Dolor de Cabeza

A veces me dan ganas de decirle a ciertas personas que se vayan donde mejor les plazca pero que no me involucren en situaciones que no me incumben.
Son sólo impulsos del instinto humano. El mandar todo a la cima del monte más alto del Los Alpes. Pero a veces no nos damos cuenta de que las personas que más queremos son las que derrepente reciben todas las invitaciones gratuitas a esos lugares distantes. Y las lastimamos sin querer. Por una ira repentina y pasajera, que se esfuma con una buena siesta (por lo menos en mi caso).
Me hace mal eso de dormir cuando tengo rabia. Porque no me desahogo. No la saco y se acumula. La disimulo. Y, sin previo aviso, estallo por cualquier pequeñez. Y digo cosas malas. A los que quiero mucho. Y los hiero. Sin querer. Por eso amigos, perdón si algún día les hice daño por alguna discución.
Generalmente soy pacífica. No me importan las estupideces que hagan los demás. A menos que me involucren a mi, o a un amigo frágil de corazón-mente-espíritu, que se pueda dejar llevar facilmente por la inconsiencia de gente sin cerebro, que, lamentablemente, mueve a las masas.
Pero no se puede influir tan fácil en la mente de la demás gente. No se deben manipular vilmente sus sentimientos (digo deben, porque hay mucha gente que comete ese error).
No le puedes decir a alguien cómo sentir, cómo soñar, cómo amar. Es innato. Nace sólo. Cómo una absesión que no te deja. Cómo cuando necesitas un taxi, y no pasa ninguno. Cuando usas e baño y de pronto te das cuenta de que no hay papel higienico.
Son cosas que pasan, pero de las que no te percatas, hasta cuando estás en la situación.
Bueno. Ya me puse a escribir tonterias de nuevo...