sábado, 23 de diciembre de 2006

Feliz (?) Navidad


Como todo el mundo en estas fechas, yo también quiero que lo pasen de maravilla. Y recuerden que el mejor regalo que pueden ustedes tener, es el júbilo que esta navidad proviene directamente de la alegría de compartir con los personajes que más queremos.

"Aunque a mi me da una cosa rara y me pongo a llorar, aunque no sé porqué".

Y hoy se cumplen (a las 3 pm aproximadamente) siete años desde la defunción de mi Adela.
Q.E.P.D. y que me cuide también desde allá donde está.

miércoles, 13 de diciembre de 2006

Odeur.

Tu aroma me acompañó un largo rato luego de tu partida. Se quedó porque se lo pedí. No sabía cuándo volvería a verte, por eso lo hice. Quería tenerte un ratito más conmigo antes de que se fuera contigo, y tal vez no te volviese a ver en un largo tiempo. Como antes.

Me acompañó. Dormí con el. Pero al despertar ya no estaba. El sueño lo espantó de madrugada. Lo sé porque aún siento la escencia. Se fue contigo, pero se quedó un rato.

Your fragance always was important for me. For that reason I take a deep breath when I feel your presence in my personal space. The smell helps me to remember you. To remember. This helps me to get back beauty moments that this memory of shit that i got use to forget.

Es cuándo no hace falta que me reprochen lo que no hice porque de eso se encargan los aromas que tanto me gustan. No es que sean muchos, pero en este momento son dos lo que se me vienen a los sentidos.

El primero es una especie de mezcla extraña pero deliciosa. Es el olor de la comida que salía de las ollas de mi abuela Adela Adriana y que, por alguna extraña razón, también está en un lugar de la carretera hacien el norte, que cuando la cruzamos en auto con mi familia decimos "aquí siempre hay olor a comida..." y yo suspiro hondo, lento, y trato de saborear la comida de mi Adela que nos dejó sin ella querer irse, y sin enseñarme a hacer las mermeladas que cuando salían de su cocina, tanto me gustaban.

El segundo aroma es menos escaso pero, a veces, más esquivo. Se trata de una mezcla aún más única que la anterior. Tabaco, café y tu perfume. Este último creo que cambia en ocaciones. Algunas veces huele más a jabón o detergente, pero de alguna manera siempre logra cautivarme. Pero el tabaco nunca se va, y el lo que hace a esa combinacion tan especial. Yo creo que sin el olor a cigarrillo la mezcla no sería lo mismo.

¡Si pudiera guardar esos olores, esos aromas, para que me acompañen, en una botellita y por el resto de mi vida!. ¡Si pudiera hacerlo y abrirla cada vez que sienta que las fuerzas se me desvanecen!.

Pero no puedo, asi que lo que me resta es pedirle que se quede esta noche. Para no sentir tanto tu no-prescencia acá conmigo.

Ya que solo tu puedes darma el unico aroma que es conseguible para mi ahora... ¿me lo prestarías por esta noche?. Solo un ratito, no más, solo hasta que me duerma y después te lo llevas calladito para no despertarme, ¿me harías ese favor?.

lunes, 11 de diciembre de 2006

Fin de año.


Uf.
El tiempo pasa y nos vamos poniendo viejos. Se me vino encima la fecha para decidir mi futuro ( otra vez ) pero ahora estoy más segura, y me irá mejor. Menos mal que la vida nos da segundas oportunidades, y si no nos da segundas, nos da unas nuevas. Chita que es sabia la vieja vida.

Mi trolita está en el mecánico ahora mismo. La parte electrica estaba como las wifas, asi que mi tía la mandó a arreglar para poder vendermela por fin. Había pasado como seis años barada en el garage de mi tía, a una cuadra de mi casa, y yo siempre la quise tener para mi uso personal. Ahora que la tendré andando y con los papeles a mi nombre, y con los cambios aprendidos, solo me faltaría el curso y la licencia de manejo. Tengo que sacarla en un mes, enero, porque después de eso nos vamos de vacaciones a la parcela y luego al litoral, como un litoral-tour tú thausen seven, jajaja.
Ay que chori encuentro que va a ser este verano. Uy, de lo más cachulupi que hay. Lo tengo casi todo planeado, y TIENE que resultar, asi que para que resulte vamos a ser lo más realistas posibles. ¿Bueno?

jueves, 23 de noviembre de 2006

Vaya, vaya, vaya, vaya... váyase donde quiera usted.

Lamentablemente podemos irnos, pero no olvidar de donde venimos. Tal vez creas que puedes hacerlo, pero siempre estará presente el momento en que decidiste partir de donde viniste, de donde eres, de donde perteneces en realidad.

Tener un hijo es una cosa muy fácil y muy compleja a la vez. La sangre de mi sangre. Carne de mi carne. Pedacito de mi alma y de la estrella más lejana también. Fruto de mis flores. Pero no tendrá mis genes. ¿Imposible?. No lo es. Diciéndolo así, suena casi como la predicción de una bruja de cuentos de hadas cuando nace un niño.

Es muy importante tener en cuenta que los niños necesitan de un papá y una mamá responsables y que se quieran mucho. Que demuestren ese amor que se tienen y que les tienen a sus hijos (sea de donde sea que esos niños hayan venido).

Las propuestas son buenas, pero las desiciones muy difíciles.

"Lo haré, si después me pagas la cirugía plástica... y su segundo nombre es Alejandr@".

Vaya origen de la entrada. Nunca pensé en ser nodriza en serio.

nota importante: todo lo escrito en esta entrada, es solamente suposición y/o pensamiento de Catalina (amén).

miércoles, 8 de noviembre de 2006

Salsa, mayo y cajas.

Debe ser que hay alguna de esas tormentas de sol, con rayos X y ultravioletas cruzando el espacio por 8 minutos antes de llegar a la tierra y hacernos mierda las telecomunicaciones.
No lo sé. Pero cuando traté de hablar con mi hermano por celular escuché su voz alterada por lo que parecía un sin fin de microbuses (no los transantiago, de las otras micros porque las otras suenan más) entre su voz y el microfono del aparato inalambrico en su mano.
La conversación al contestar no fue más que esto: "¡cata! alsjfhalshhhhhhh kdjaslidkjashhhldijashhldkj ¡computador! asdfknashhhhhhhplf knashhpidfjapsidj ¡google! alshhidfjapshhhhhdjañlkshhhhj" - "¡no te oigooo!"
y corté.

Otra cosa mariposa.

Los detalles forman parte importante de mi existencia, lo sé. (Si veo alguna mariposa blanca clavada en mi ventana es una señal de que algo bueno sucederá. Si se rompé un vaso porque sí, es mala señal.) Diganme supersticiosa o como quiera que les llamen a la gente que cree en que nada es coincidencia en esta vida, pero yo soy así.

Los detalles. Malditos porque me encantan. Bonitos porque me maldicen.
Ah. Cada loco con su tema, y el mío son los detalles.




Hoy te perdí una vez más al despertar,
si soñara la realidad y viviera lo que se fue.
Mi amor, miralo, pintando un cuadro sin color.
Puedo ver un paisaje gris, que refleja mi interior,
y en el...

Palomas blancas vuelan raso sobre el tejado, brilla el sol,
y rien todos menos yo,
que ahora soy un reo mas pidiendo a gritos la verdad,
mi vida eres tu y si te vas vendrá la oscuridad,
dame tu aire un dia mas para que pueda respirar
que un rayo de luz me haga brillar que muera soledad.

Hoy soñaré que despierto junto a ti,
y te canto canciones que anoche te escribí,
llegaré por ti adonde nadie pudo ir,
puedo ver el mejor lugar, de tantos que conocí,
y en el...

lunes, 30 de octubre de 2006

Don't Stop Moving

Me he descubierto mucho este último tiempo. Las cosas que siempre existieron en mi han salido maravillosamente rápido a ocupar gran parte de mi mente, y de mi cuerpo con sensaciones extrañas producidas por las cosas más ínfimas que tu te puedas imaginar.
Ahora mirar un simple lunar en el fondo de un cuello me produce una mezcla extraña de emociones casi nuevas. Ternura, deseo, alegría, ganas de no dejar de mirar ese lunar aunque eso signifique que me tengan que dar la espalda permanentemente, pena, ganas de muchas cosas y desgana de otras al pensar en que ese lunar es un detalle que no tendré.
Pero. Let's keep on moving, que las cosas nunca se acaban, se transforman :B

jueves, 12 de octubre de 2006

Mi día Jueves.

La mañana estaba llorando, callada, pero igual no más la sentía y me dio un frío atroz levantarme de mi lecho blanco.


La clase de la mañana se hizo sin mi presencia en la sala, mientras todavía soñaba con cielos rojos, nubes de un celeste medio verdoso y pastos de esmeraldas grises.


A eso de las ocho mi mamá me dice desde la puerta de mi habitación - "¿y tú, no tenías clases ahora en la mañana?" - "si mamá" digo entre las sábanas blancas y suaves que todavía eran demasiado cariñosas como para abandonarlas y desgarrarme con el primer estremecimiento mañanero y un bostezo descomunal que casi me afloja la mandíbula - "¿y a qué hora es?" - me dice. Pobre madre mía, nunca se aprende ningún horario. Para ella, llegar diez o treinta minutos tarde a algún lugar, es casi como llegar antes de lo estipulado. "A las ocho, mamá" respondo, y agrego "Pucha, me quedé dormida...".

Mentira, simplemente me desperté a las seis y me dije como siempre los nunca bien ponderados "cinco minutos más... lo juro". Mentira de nuevo, nunca hago los cinco minutos más de sueño, más bien se transforman en cincuenta minutos de sueño extra, y como resultado me quedo dormida y no alcanzo a llegar a la primera clase de lenguaje de los martes y jueves.

"¡Pucha Catalina, pero levántate y anda a la próxima clase pues!... yo por mientras me voy a acostar un rato más..."- me dijo y se fue a su cama. Yo me levanté.
Me fui a bañar. Siempre me desvisto primero. Ahora que mi mami no trabaja hay que ahorrar hasta los chicles. Me observo. Como siempre no más. No puedo evitar preguntarme si seré como todas o habrá alguien igual a mí; con ese rollito, este pelo, los ojos todavía dormidos, la cara y la expresión nula, esa ceja perforada... en fin. Me metí a la tina y ese agujero que aún no tapamos me dice que tenga cuidado de no apuntarle con el teléfono que llora arriba mío. Es bueno acceder a los consejos de una buena tina horadada. Me baño sin contratiempos. Creí palpar un porotito en la pechuga izquierda, pero fue una ilusión mañanera, porque al intentar tocarlo de nuevo no estaba por ningún lado.
Bueno. Salí de la ducha siempre con frío. El cielo ya no se quejaba y le dije a mi mamá "¡Mamá!. ¿Tomemos desayuno?", dos veces pero en ambas ocasiones la respuesta fue un "¡NO!" desde las profundidades de su lecho cremoso. Así que no quise molestarla
más y me fui a vestir como Dios manda.

Dato: el hipoglós es bueno para las heridas de la cara y el cuerpo, al fin y al cabo está hecho para los potitos de guaguas.

Luego me sequé el pelo y me dispuse a tomar desayuno solita.
Cuando tenía la taza de café con leche en la mano y el par de panes con mantequilla y paté a medio comer en el plato, llegó mi madre despeinada y aún con pijama a decirme "¿Por qué no me avisaste que tomarías desayuno?” – “¡Pero si lo hice!” – “¿ah si... y cuántas veces?” – “dos veces mamá” – “¿y por qué no insististe?” -
me dijo con cara y voz de niña chica.

En fin. No tenia tiempo para quedarme y tomar otra tacita de café, así que se lo dije y no le quedó otra que aceptar que si no había aprovechado cuando le dije que tomáramos desayuno, no podría hacerlo a esa hora, ya que eran ya un cuarto para las diez y yo me había demorado mucho.

La clase de química comenzaba un cuarto para las diez ese día, y llegue tarde dadas las anteriores circunstancias, pero llegué.

Es (relativamente) bueno que los profes no te digan mucho si llegas atrasada, ya que encuentran que es mucho mejor llegar atrasada a no llegar. Así que cuando finalmente el día empezaba a verse más o menos ameno, gracias a la compañía útil de mi pendrive enchufado a mis orejas, llegue al establecimiento educacional preuniversitario con muchas ganas de que a la salida se encontrara la Carol esperándome como me había dicho el día ante-anterior. Pero cuando salí de la clase, muy campante después de decirle mi apellido vasco al señor docente para que no me pusiera ausente (docente, ausente... rima...) y después en la notificación que llegase periódicamente a mi domicilio saliera que había estado faltando, siendo que no es así; mi sorpresa fue no ver a la “M” (o Carol) sentada en las afueras de la dirección.

Pensé entonces que tal vez se había retrasado y la espere todo el recreo, pero al no verla los primero cinco minutos las ideas comenzaron a cruzar mi cerebro veloces como los trenes bala.

Tal vez se había quedado dormida, o no fue porque se le olvido; no fue porque la raptaron; fue, y no me vio y se fue sin mí; no fue porque no la dejaron; fue, pero un tipo se le acercó, la raptó y en ese momento estaba siendo degollada por aquel personaje a lo Chucky, pequeño y malévolo; fue, pero al no verme le entro un pánico terrible, salió corriendo y la atropellaron; fue, y llevó galletas compradas en “Castaño” (ella siempre compra galletas ahí) y se las comió tan apurada para no convidarme que se atragantó y al descubrir su tos desesperada, los docentes que la observaban decidieron llamar a la ambulancia y llevarla al hospital donde en los momentos de mi enojo por ella al no verla sentada esperándome, mi amiga de la infancia, se debatía entre la vida y la muerte en algún hospital cercano...

Díganme como quieran, pero a veces no puedo evitar pasarme rollos de películas extranjeras. Sin embargo, quiero dejar en claro que trato de no hacerlo... o al menos de no confesar que lo hago, aunque ahora lo este haciendo.

¡Bueno!. Basta de detalles absurdos, y sigamos con mi día jueves.

Al pasar un par de minutos yo ya me había aburrido, porque si la Carol no había estado esperándome en la entrada significaba que venía retrasada (o le había pasado algo de las suposiciones anteriores) o simplemente no había ido a buscarme como me había dicho que haría. Así que opte por lo mas sano y decidí que la ultima opción era la más cuerda que podía haber en este mundo y decidí entrar a la sala C para recuperar la clase de lenguaje que había perdido en la mañana por querer en vano dormir cinco minutos.

Le comenté a medias mi situación a la profesora, quién comprendió, me puso como atrasada, pero presente, en la carpeta de las asistencias y me quedé trabajando en la guía número cuarenta y uno, de Narración y Literatura.

(Entre nos, la Literatura es uno de mis placeres culpables, pero no le cuenten a nadie... es más, no creo que mucha gente me lea aquí. Pero les voy a decir una cosa: me importa bien poco. Con tal de escribir un rato con la inspiración que tengo para que la pobre no se pierda con el sueño que me invade pero que ignoro con tal de escribir, aunque ahora sean las once con doce minutos de la noche y yo haya tenido un día de viajes interestelares terrenales. Pero eso es otro cuento que se los cuento más adelante).

Bien buena la clase que me había saltado en la mañana pero definitivamente es mejor hacerla a esa hora que a las ocho de la mañana.

Como había quedado con la Paulina de ir a su Facultad de Urbanismo y Arquitectura, al salir del preuniversitario me fui directamente a conseguir un teléfono público para llamarla y preguntarle si la propuesta seguía en pie. Afortunadamente encontré uno cerca del metro. “Maracaiba vente no más, te esperoooo...”, me dijo en susurros, para que su profe no la pillara hablando por celular en plena clase. Maracaiba nos decimos, porque suena menos agresivo que “maraca” y además nos sentimos tropicales y queridas.

Cargue la multivía en una cabina de la boletería y el señor-joven-boletero se hizo el lindo con una mímica de físico culturista al romper de un tirón mi comprobante de carga. Le sonreí, la sonrisa no me costaba nada, y el chiste a él tampoco. Sigamos.

Ruido de cobro al pagar con la multivía el derecho de entrada al ducto del metro: “¡Tit!”.

Pasé, esperé un poco, y llegó el vagón siempre celeste del metro de la línea 5.

Al subir al vagón que me correspondió con la puerta frente a mis narices, descubrí al hijo de mi ex tía del furgón colegial, sentado con un compañero, o quizás amigo, en una esquina del metro. En realidad me sorprendí yo misma al identificar un rostro siendo que andaba sin las gafas para ver con la miopía que tengo hace ya siete años. Pero no fue más que un ‘hola’ claro de mi parte y un tímido ‘hol..’ de la suya. Nunca hablé con ese niño, así que una conversación forzada era una de las cosas que no quería tener en ese momento.

Las estaciones se sucedieron una tras otra, hasta que casi por inercia me encontré subiendo las escaleras para la combinación con la línea 2, hasta la cuál llegué sin tropiezos ni contratiempos y, por segunda vez en el día, la puerta quedó frente a frente con mis narices. Que suerte he tenido hoy con las puertas de los vagones, hasta me abrían dado ganas de comprar un Kino (esa superstición maldita) para ver si ganaba algo, pero no tenía mucha plata y eran las una con treinta y tantos minutos y yo todavía tenía que almorzar con la Paulina y llegar a mi casa en colectivo de vuelta con sólo mil pesos de presupuesto, así que la idea del Kino fue absoluta y totalmente desechada de mi cabeza hasta nuevo aviso (o sea hasta nunca, porque como dije antes, el ahorro lo tengo ahora a flor de piel y hay que hacerlo pan de cada día para ver los frutos que nos deja).

Señores pasajeros, estación Universidad Católica”. Me bajé esquivando a un señor que estaba al medio de la puerta con muletas. Subí las escaleras y salí en dirección a Marcoleta para juntarme con la Pau que tenía que estar esperándome en la cafetería de la entrada. Cuando llegué, no la vi, y supuse que si yo no la veía, ella me vería. Esperé un par de minutos y la divisé caminando en diagonal en dirección hacia donde yo estaba, con su maleta delgada y su mochila cargada.

Fuimos donde las ‘Viejas Calientes’. “¿Por qué les dicen así?” pregunté divertida y alarmada. “Jajaja, porque todo te lo quieren calentar” me dijo ella aún más divertida y menos alarmada que yo. Entendí la afirmación de mi amiga, cuando compré mi pan con queso y la señora me dijo “¿se lo caliento?”. De pura risa le dije que no, pero después me di cuenta de que el pan estaba helado y el queso demasiado duro. Sin embargo el hambre pudo más y me lo comí igual.

Las tres siguientes horas en la clase de Taller de la Maracaiba las pasé haciendo los puzzles de los diarios del metro que ella tenía, dibujando caricaturas en la página de los ser-vicios del diario “La Hora” y acordándome con ayuda de sus compañeras, de las canciones más conocidas de Juan Gabriel y Pedro Fernández. El resto fue ver a mi amiga de colegio pintar apurada por la hora una casa con lápices a palo que eran de oro según ella por el altísimo valor que tienen.

Como a las cinco y tanto el resto del alumnado de la Universidad de Chile que se encontraba en esa sala de Taller, se empezaron a parar de sus asientos con las mochilas en los hombros, esas maletas negras, donde cabe un block de esos grandes que algún día tendré yo también, y a entregar sus trabajos. “Paulina, apúrate” le digo al ver que ella repasaba por séptima vez el color de la fachada y temiendo que todavía le faltaran otras tres repasadas más, siendo que tenía que entregar el dibujito en los próximos dos minutos. Al final lo terminó y puso su nombre, carrera, fecha y otras cosas curriculares (le faltó el puro signo zodiacal chino) y fue a entregarlo, mientras yo (para apurar un poco el asunto) me puse a guardar algunos de sus materiales de arqui-tortura en el estuche tipo cosmetiquero que tenía.

Finalmente, cuando la Pauli tenía todas sus cosas empaquetadas, nos dispusimos a caminar en dirección a la estación de metro, pero a medio andar comenté que quería un coyak e hicimos una parada en un negocio medio under que había por ahí. Tenía ciento cincuenta pesos extra para hacer mi felicidad gastándomelos en alguna golosina, y cuando vimos los Capris de frutilla en la vitrina con bolitas plateadas, no dudamos en comprarnos ése riquísimo dulce, porque es nuestra tradición tradicional comerlos juntas.

Y así, comiendo el chocolate, riendo y conversando de la vida, nos subimos al metro.

De nuevo las estaciones se sucedieron rápidamente, yo creo que fue porque ya era el horario “pic” y el pobre trencito tenía que transportar a un creciente numero de personas cansadas y ojerosas en el menor tiempo posible. Entonces antes de llegar a Bellavista de la Florida, me despedí de la Paulina con un gran abrazo y un beso, y me bajé. Caminé hasta la conexión intermodal y subí por las escaleras mecánicas que conectan la salida del metro con el supermercado Unimark y de ahí atravesé todo el mercado-súper para llegar a las otras “escaleras mecánicas deslizantes” que me llevaron a las profundidades tenebrosas y llenas de gente haciendo fila (a esa hora) para tomar el mismo colectivo que tomaría yo, después de media hora de estar parada en la cuncuna creciente y aburrida de gente trabajadora y sin auto.

Cuando por fin estuve sentada en el colectivo, pensé un rato... “¿Cuánto sale a Curtiduría?” – “Tres cincuenta, Lola” – “Bueno”, y pagué.

Decidí pasar a la casa de la Daphne. La curiosidad de saber cómo le habían pedido pololeo fue más fuerte que la de llegar a mi casa, así que caminé unas cuadras adentro en la calle Curtiduría, hasta llegar a la casa de esquina de sus abuelos que hace dos meses (y un poco más) es su casa.

La llamé con un grito por su nombre y de adentro se escuchó la voz del abuelo “Daphne, te buscan”. Salió a abrirme. “Pensé que era la Cote” me dijo.

Para no exponer su vida privada (y la mía también) resumiré que estuvimos un buen rato hablando de varios temas: viajes, universidad, cigarros, sexo, copuchas, lamentos, pensamientos y opiniones varias.

A las siete y tanto me llamó mi mamá para preguntarme a qué hora me dignaría a llegar a mi casa. “A las ocho me voy para allá mamá”, y quedó tranquila. Y así lo hice, pues dieron las ocho de la tarde y yo me puse las zapatillas (es que siempre me las saco en la casa de la Daphne), me despedí de sus abuelos con un “¡Chao chiquillos!” y caminé hasta la puerta donde, por segunda vez en el día, me despedí de una ex compañera y partner de vida, con un fuerte abrazo y un beso. Me enchufé el pendrive a las orejas y saqué un cigarrillo para relajar un poco el caminar rápido. Pensé en pasar a la casa del Matías, pero la hora (la falta de plata en el celular para avisarle a mi madre) y la promesa de llegar pasaditas las ocho no lo hicieron posible, así que caminé no más y llegué a mi casa, con una sensación extraña en la guata.

Estaban mi tía y mi madre tomando once, cuando llegué. “Hola cabra” me dice mi tía, al tiempo que mi mamá agrega “¿cómo te fue?” – “bien pos, estaba bien la Daphne, y la Pauli métale pintando, pero igual la acompañé un rato bien largo” – “qué bueno Cati” dice finalmente mi mamá.

Me puse una taza y me senté a tomar once con ellas. Cuando estiré el brazo para alcanzar un pan, sentí una presencia en el campo visual que no tenía en ese momento y volteé la cabeza descubriendo a mi padre con cara de loco (sí, a veces la hace, pero a propósito... aunque sospecho que la costumbre ya se la grabó en sus facciones, haciéndose un poco difícil distinguir si la hace con querer o si no la hace) y me dice “Salúdame pos” – “Hola papá, ¿cómo estai?". Hace un par de semanas que incluimos en el saludo de la tarde, mañana o noche el “¿cómo estai?”. “Bien” dice al tiempo en que va a la cocina con mi beso en la mejilla y se sienta a mi lado con una taza limpia, toma el té, la canela y el azúcar y los mete todos juntos en la taza.

Tomamos once y me tocó lavar los platos al final. Mientras los lavaba pensaba en que este día quedaría entrete en el Blog. ¿O nofre?.

viernes, 6 de octubre de 2006

Tell me. Tell you.

Changos y re changos! las cosas se suceden con tanta rapidez que temo quedar volcada y pequeña dentro del universo cósmico y vomitivo de la basura espacial.

Si, la basura espacial a la que pertenezco. Sentirse demasiado sola no es bueno, sobre todo ahora que sé de lo que me pierdo.

En cierto modo antes era más fácil solo creer en el mundo de las ilusiones y nada más, pero cuando te meten otra cosa en el conjunto de los sentimientos, las situaciones se vuelven más accidentales y fuertes. Changos y re changos!. Justo ahora me tenía que pasar esto a mi, por la (re) chucha.
Todos me dicen que son cosas por las que todos pasamos, y que a la mayoría les pasa y blah blah blah y más blah puaj, blah puaj puaj. Pero no, porque no sienten igual que yo, y es cierto, nadie lo hace.
Las sensaciones son atribuibles a un conjunto de sentimientos entre-mezclados y confundibles con la realidad y los sueños, pero a mi se me hizo una mescolanza terrible con mis sentimientos pasados.
No será el (más) mejor del mundo, pero se me viene el problema, todavía lo estoy queriendo, y cuando uno quiere, quiere con todo y sin excepciones. Pero soy egoísta.

"Cata, no seas egoísta. Deja que el cabro viva su vida como quiera de una vez por todas."

Y qué hay con lo que yo quiero?. Buscar en otros lo que vimos en una persona no es lo más correcto que se pueda hacer. Reemplazar no es bueno.


martes, 3 de octubre de 2006

Crear entrada nueva dice.

Crear. Qué fuerte.
Da miedo empezar.
Da mucho más terminar. Y pavor a terminar mal.
No quiero volverme fría. Pero tampoco pasional.
Pasión es una palabra que si estáescrita en mi alma, y cuerpo, y es fuerte descubrirlo derrepente al sentir caricias que suenan más que a atracción.
¿Confundida?. Claro que sí.
¿Qué es la confusión sin que sintamos seguridad?. Pues nada.
No he dejado de sentir. Y no he dejado de temer. Y no he dejado de amar. Creo que nunca dejé de hacerlo. Nunca pude.
Volvamos. La Pasión es algo alucinante y adictivo. Peligrosa. Mucho y muy peligrosa, porque nos lleva a un lugar desconocido y pasajero. Todo se desvanece. Cuando la pasión se va quedamos solos y desamparados. Sin amor la pasión se desvanece tan rápido como el primer estremecimiento, ése que da al sentir una caricia, un cariñito con cara inocente, pero con un sabor dulzón y tibio.
El tiempo sabe esperar. ¿Por qué tu no?.
Necesito encontrar la simbiósis entre el amor y la pasión. Tal vez lo encontré. Tal vez ya lo perdí. Tal vez aún no se me ha cruzado.
Estar confundida me confunde.
Extraño demasiado el pasado, pero el presente tampoco está tan mal.
YO quiero. TU quieres. ¿Cuál es el problema?.
Mi problema tiene aires de poeta y artista. Pero los pies en la tierra y la cabeza en las nubes, y los labios en los míos.
Al menos en mis sueños.

Tal vez mi error fue no regalarte una estrella. Tal vez mi error fue nuestro. Quién sabe.

Dame la mano y danzaremos, dame la mano y... me amarás?

jueves, 28 de septiembre de 2006

Cosas gustosas y las no tanto.

A la Cata le gusta:

◈ Pasear.
◈ Ver a los niños pequeños dar vuelta la página de un libro o revista.
◈ El sonido carraspeado de la página al tomarla.
◈ La carne de las parrilladas Aravena.
◈ Que le toquen el pelo con cuidado y suavemente.
◈ Salir con sus amigos.
◈ Reírse al inventar términos o palabras tontas.
◈ Escuchar.
◈ Sacarle fotos a todo lo fotografiable.
◈ Usar lápices y pinceles como pinches de pelo.
◈ Llorar con las películas que la emocionan.
◈ Ver muchas veces las películas que la emocionan.
◈ Que su gata le maúlle cuando ella le habla.
◈ Hablar con amigos por teléfono largo rato, después de no haberlos visto hace un buen tiempo.
◈ Escuchar Paris Combo en la pieza.
◈ Pintar cosas locas.
◈ Dibujar cosas locas.
◈ Hacer cosas locas.
◈ Rodar por una pendiente de algún cerro.
◈ Jugar a la canasta familiar.
◈ Inflar globos, y marearse.
◈ Reventar globos contra algún amigo.
◈ Acostarse cansada y levantarse fresca.
◈ El sonido del piano (y los pianistas).
◈ El olor a mazapán.
◈ El sabor y textura de los labios.
◈ Las flores sin cortar.
◈ Romper cosas para crear cosas nuevas con los restos.
◈ Usar los lentes solo cuando tiene que leer y no permanentemente como dice la prescripción médica.
◈ El francés, aunque no lo hable.
◈ El café con pasteles.
◈ Los edificios antigüos.
◈ Vitrinear por el centro.
◈ Ver niños chicos y hacerles caras.
◈ Hacer caras en general.
◈ Los rulos, pero de esos rulos bien rulientos.
◈ Estar enamorada.
◈ El verde de las plantas después de la lluvia.
◈ La cordillera nevada hasta las faldas.
◈ Caminar con un helado en la mano.
◈ Disfrutar de la buena compañía.
◈ Besar.
◈ Abrazar.
◈ Cambiar.
◈ Recordar viejos tiempos.
◈ Los porotos.
◈ El 18 de Septiembre y los feriados en general.
◈ Ir a la playa con sus amigos.
◈ Quedar peinada aunque no haya tomado en el día, una mísera peineta para hacerlo.

A la Cata no le gusta:

◈ Quedarse mucho tiempo sin salir de su casa.
◈ Las mamás que les pegan a sus hijos porque no obedecen.
◈ La mala educación.
◈ Las mamás que piensan que sus pequeños no obedecen porque no entienden.
◈ Que doblen las tapas de los libros como si fueran revistas.
◈ La burla excesiva.
◈ Las cosas inútiles.
◈ Que le hable mas de una persona a la vez.
◈ Que tiren basura al suelo.
◈ Descubrir que es una posible candidata a la alopecia.
◈ Que no le den permiso para salir con sus amigos.
◈ Quedarse sin plata en el celular.
◈ Que su gata la hinche demasiado porque la comida que le dio no fue suficiente para su estómago.
◈ La carne con nervios.
◈ La Navidad.
◈ Una fiesta sin amigos.
◈ Los vendedores de dvd's piratas.
◈ Los garbanzos.
◈ La arena de la playa que se mete por todos lados.
◈ Estar hedionda a humo.
◈ El frío o calor excesivos.
◈ La nieve y esquiar.
◈ Que a las personas no les guste como cambia a través del tiempo.
◈ El maltrato en general.
◈ Que no le hablen de cosas importantes que la incumben.
◈ Hacer abdominales.
◈ Que se le pase la micro porque es corta de vista.
◈ No ver.
◈ Que la ignoren.
◈ Que no le repitan las cosas que no escucha.
◈ Cobrar cuando alguien le debe plata.
◈ Viajar muchas horas sin ir al baño.
◈ Ir al baño y que no haya papel higiénico.
◈ Los baños sucios.
◈ El minimalismo.
◈ Llegar tarde.
◈ Que lleguen tarde cuando ella espera.
◈ Estar enamorada.
◈ Correr.
◈ No tener cigarros.
◈ Estar con lo justo ($).
◈ Dejar las cosas en un lugar y para siempre.
◈ No recordar muchas cosas.
◈ Su mala memoria.

viernes, 15 de septiembre de 2006

“Por que hay que estar a la moda?”

Buena pregunta la que me hizo un amigo. O sea, la que me escribió un amigo hace poco en mi libretita con hojas de colores (ésa que ocupo como medio de desahogo y/u ocio cualesquiera que sea). Empecemos por lo más lógico que es el principio.

La moda.

Algunos piensan que hay que estar a ella. Digamos, ‘estar a la moda’. Hay que estar a la moda. Pero, ¿para qué estarlo?. ¿Qué es lo que nos dice que estemos a la moda, o sigamos ciertos estándares de ella?.

Pienso entonces que 'estar a la moda' quiere decir que de alguna manera seguimos los gustos de alguien, pero no sabemos con exactitud ninguna quién es el precursor de esa moda. Por ejemplo, ¿quién fue el primero, o la primera, en usar cintillo?, ¿O quién comenzó a usar cadenitas con figuras de santos?.

La primera respuesta que se me viene a la mente, para la primera suposición o ejemplo, es la necesidad de quitar el pelo de la cara y así permitir una mejor visión, pero para la segunda pregunta tengo una respuesta mas sencilla: la superstición.

Los santos no nos cumplen mejor si los llevamos colgados al cuello, ¿o si?. ¿Es mayor su eficacia si los llevamos cargando?, ¿o simplemente es costumbre?, ¿tal vez ‘moda’?.
Me gustaría saber quién fue el primero en colgarse del cuello a Jesús, o quién fue el que puso primero una plaquita en alguna animita del mundo, y a quién se le ocurrió que dos o más plaquitas se veían bonitas.

Pero vamos directamente a lo que nos confiere. La moda. ¿Qué significa seguir una o estar en la onda de la moda?.

Para eso tenemos revistas de moda, la moda de la televisión, la moda de la radio, la del diario, la moda idiomática, las jergas, la moda de los chilenismos, la moda política, la moda religiosa, la moda mediática, la moda musical, la moda de esto, la moda de esto otro, la moda de él, la de ella, la nuestra, y así, muchas modas.

Podría decir que todo es moda hoy en día, y no estaría tan errada al afirmar semejante atrocidad, porque al fin y al cabo todo lo es, y no me vengan con cosas de que ‘estas equivocada’ porque dígame usted, ¿acaso no ha imitado algo?.

Y con esta última pregunta quiero decir que todo se imita de alguna u otra forma, y además, son muy pocas las cosas originales a las cuales se les atribuye éxito en la época que se crearon. Un ejemplo de ello es el mismísimo maestro de la pintura surrealista (¿se nota mucho mi admiración por él?), me refiero a Francisco de Goya.

Así es queridos lectores. Este personajillo español de principio del siglo pasado (más o menos) pinto en su época en litografías casi reales, lo que él interpretó como su mundo interior: la burla, la lasciva interioridad de su mente, la locura, su pensamiento, las mounstrocidades que rondaban sus pesadillas y sueños, todo aquello que en su época fue tildado de herejía y censurado por la ‘Inquisición’. En fin. Todo el surrealismo habido y por haber que pueda tener la mente de un viejo y disparatado español. Pero ser así no es culpa de nadie. Todos tenemos algún tipo de disparate en la mente, en la cabeza (como el mío, el cuál, confieso con muy poca vergüenza ronda últimamente mi cabeza, que es romper ropa para crear otra que al final no me gusta pero igual uso, porque es mía y yo la hice para mí, y eso de andar con ropa que no es ‘hecha en china’ - en parte – me produce una rara satisfacción, hablen bien o no de mi grotesca creación, ya que mi intención no es crear la ‘moda de’ andar con mi misma ropa... ¡no!, es lo menos que quiero, sino, me abría ido directo a Patronato, en metro, y comprado una de esas poleras que venden al por mayor, o uno de esos polerones ‘a la moda’ con líneas de animales, ya sean cebras, tigres, leopardos, o quien sabe que otro ser viviente de la jungla).

Veámosle el punto malo a la cosa de la moda, y veámosle también el punto bueno.

Punto malo y punto bueno (fusionémoslos y entienda cada uno lo que quiera de lo que digo). La poca creatividad por parte de los usuarios seria parte de lo que llamaremos el punto malo. Ahora todo viene hecho. No sé si se han dado cuenta de eso, los tallarines, el arroz, el té, el poroto y el café, que viene hasta molido. ¿Dónde quedaron los días de la innovación, la creación creativa (valga la redundancia) y la imaginativa (palabra que creó Marcela Paz en ‘Papelucho’, para ser utilizada por Papelucho y para Papelucho, amén), o quizás nunca existieron?.

No. Eso si que no. Porque si no existieron esos tiempos entonces nada nunca ha sido ‘algo nuevo’. Y aquí es donde entra la gran contrariedad conflictiva (¿hay contrariedades que no sean conflictivas?), que es si algo fue nuevo alguna vez, aunque después se transformó en moda a través de la imitación simultánea o en serie ‘made in oriente’, entonces en algún momento no fue una moda, sino solo algo innovador y netamente inédito. La copia fue culpa de la globalización. Pero no me gusta echarle la culpa a las modernidades del siglo. Sino que me gusta más echarle la culpa a los gustos de la gente.

Lo que es bonito, nuevo y aceptable, se imita. Lo que no, no. Y así de simple.

No me va a decir ahora que usted preferiría pasearse por ahí con una falda transparente (como una vez vi en una revista de modas: sí, las leo a veces, y no me cuesta confesar que desgraciada o afortunadamente, soy una de las miles de esclavas que la moda tiene por estos días en que casi todo circula con relación a ella), o con un gorro excesivo que golpeara a la persona que se le acercara a menos de cincuenta centímetros.

También hay limites señor. No use corbatas ‘musicales’ porque no se ven bien, y aún no están de moda. ¡Ja!. Caigo entonces en la barata costumbre de aquella costumbre (no se enrede, si quise repetir la palabra, no es un error léxico) de decir que lo que no esta de moda se ve mal. ¿Y por qué?.
Por la misma razón que no es tiempo de porotos graneados en invierno. Por que las cosas no se dan, y a pesar de los intentos en vano de preparar porotos con mazamorra en invierno, no tienen la misma gracia y sazón que en verano, porque simplemente no es el tiempo de la moda de los porotos graneaditos ni de pelarlos gragea por gragea, y los choclos tampoco son ricos en esa temporada, por mucho que los laboratorios se esfuercen en meterles sustancias para que maduren también en invierno.

Y aunque sé que algunos me rebatirán esto que diré a continuación (en el próximo párrafo) lo diré igual porque es lo que pienso, y si no estuviera aquí escribiendo lo que pienso, todo esto de la moda se va al carajo y nadie entiende nada, porque solo hubiera puesto ‘me carga imitar, jodanse todos’ y me hubiera ahorrado tanta verborrea vomitiva acerca de la moda y sus cuestiones; pero no es así, así que aquí va la cosa.

La moda de la música también pasa de moda, aunque esta es una cosa aún más compleja. Me explico: la música puede o no puede pasar de moda, pero sigo pensando que esto depende casi exclusivamente del usuario y en la época en que nazca susodicho. La música kitsch por ejemplo (sin desmerecer a la gente que le agrada ésta música). Aún hay generaciones cantando canciones de Cecilia, e imitando sus besos pateados en el aire al mas puro estilo futbolero; aún hay gente cantando las canciones del Pollo Fuentes, y otras canciones de esa época (piense usted en alguna y le aseguro que más de alguna rondara su cabecita loca y peluda - en algunos casos, quiero decir, por si usted es de esas personas que sufren de alopecia - ).

Con esto, digo que aunque a usted no le agrade cierto tipo de música, tal vez, siempre hay un cierto tipo de inclinación a ella. Como por ejemplo, cuando decimos:

- No me gusta esa música.
- ¿Cuál música?.
- Esa que dice “cha lalala lalala diduduuuu”.

Y es cierto que con eso demostramos que alguna vez tuvimos cierto interés por aquel tipo de música que nos produjo tal repulsión y decidimos no escucharla ni bajarla de internet para uso y deleite personal. Pero sin embargo nos queda grabado lo que no nos gusta e inconscientemente queda registrado. Por eso decimos que cambien la radio cuando la música no nos agrada. Dejamos de bailar aquel tema que nos disgusta musicalmente. Ignoramos a la gente que canta la canción que nos desagrada, hasta que deja de cantarla, o le decimos que lo deje de hacer porque esa canción en cuestión no nos gusta (al menos eso es lo que hago yo, dependiendo del grado de afecto es la intensidad de la voz para la petición de dejar de cantar a la persona que canta).

Pero me estoy yendo por las ramas de nuevo y si no me concentro podría estar horas y horas escribiendo, aunque he dicho muchas cosas con respecto a lo que creo que es la moda, y aún no respondo la pregunta del principio, señores y señoras, niño, niña, dama, caballero y gente en general de cualquier tipo, religión y/o edad. Sin ser quisquillosa ni mucho menos.

Y es que después de pensar tanto en ésta cosa de la moda, se me viene la respuesta a la mente y salta a mis dedos como salmón nadando en un río en la temporada de apareamiento: hay que estar a la moda porque simplemente esté de moda la moda de estar a la moda, y como la enredada frase lo dice, y lo digo yo anteriormente, la moda no es más que la imitación colectiva de algo, ya sea un estilo, un pensamiento o una palabra que se oye y se ve bonita escrita.

sábado, 2 de septiembre de 2006

El Hoy.

Escribir con Paris Combo como música de fondo, es mi último y gran placer. Aún más si antes, o mientras, me acompaña un cigarro.

No es muy sano si consideramos el cigarro, pero me relajo. Tengo que hacer esto más seguido. No miento, da sueño, pero el placer lo desliza hacia un lado del metabolismo y ya no se siente tan fuerte como ese sueño que te da después de un gran día de hacer cosas.

Hoy no hice hecho gran cosa, pero mi vida me consuela con estos pequeños placeres.
No niego y reniego que me gustaría mas gastar mi tiempo en algo más provechoso, pero tiempo ya tendré. No me siento sola, pero debo confesar con vergüenza, que esas ganas locas de besar a alguien que realmente me atraiga son fuertes y se me presentan en varias ocasiones y varias personas que se cruzan en mi vida actual. Llámenme como quieran, pero besar no es un engaño para nadie. Andar besando a la gente es más que solo un simple beso. Depende. Si es con cariño es una cosa. El amor es algo completamente diferente. Con el amor las cosas son más difíciles y, aunque tal vez para no todos, para mi es “el paso” que me cuesta dar. No me gusta besar si no sé realmente que esa persona me corresponde. Porque, querámoslo o no, besar a alguien que no te corresponde es lo más triste de esta vida.

Imaginen por un momento estar con ese ser que quieren y robarle un beso. Lo ideal (“ideal” refiriéndose a lo soñado, a lo anhelado.) sería que al término de ese beso, aquella persona a la que besamos quiera otro (solo me ha pasado una vez esto, y es que no conocía al tipo en cuestión, estaba en una disco... y debo reconocer que aquel besaba muy bien, aunque yo no quería seguir besándolo, porque sabía que “tirar” con alguien y después no verle jamás, es una tristeza ahorrable), pero no todas las veces pasa eso.

Es más difícil besar a tu mejor partner que a un desconocido. Por mucho que te guste tu amigo no es recomendable hacerlo... por lo menos yo no lo haría a menos que estuviera SEGURA de que susodicho también me corresponde y ese es mi problema del siglo.

Hay gente que no es directa y a mi la “in dirección” no me viene nada de bien. Si no me dicen las cosas tal y como son, no funciono, no me despabilo, no entiendo y todo queda en simplemente ‘nada’. Ese ‘aquí no ha pasado nada’ que tanto odio y amo (como cuando descubres a alguien haciendo algo, y simulas que nunca lo viste haciendo eso, y nadie habla de eso que lo viste hacer y al final ambas partes lo olvidan). Porque si ‘algo’ hubiese pasado no dudo en que la toxicidad hubiera sido fatal para mis sentimientos y mi corazón. Yo creo que por eso no beso, en su momento, tan fácilmente a la gente que quiero tanto. Me cuesta, porque no sé. Y ese ‘no sé’, no es de no saber besar, sino que un ‘no sé’ lo que le pasa a él. Y esto es tan obvio que hasta resulta estúpido. Es obvio que si no me dicen las cosas claramente no sabré a lo que me enfrento.

Por eso agradezco que la gente confíe en mi y me cuente las cosas. Porque así puedo conocer más. Saber. Integrar eso que me cuentan con lo que pienso y siento. Y actuar correctamente. No andar con pendejadas, con irreverentes indirectas que al final no se saben si son realidad, si son reales. ¿Cómo puedo saber si son o no verdad?. Lo veo difícil. Mucho, muy, difícil.

No besaré si no me corresponden con sentimientos claros. Si hay confusión la cosa se distorsiona y al final una siempre sufre, porque no se sabe que es a lo que te enfrentas, no sabes que siente el otro, ni que ocurre en esa cabecita loca que tanto te agrada.

¿Estoy muy equivocada?.
¿Sienten lo mismo los hombres con esto que estoy escribiendo?

No es que crea que los hombres son de otro planeta, pero de que piensan y sienten de manera distinta, lo hacen sin lugar a dudas. ¡Ja!. Que afirmación mas ambigua la mía. Pero es cierto. Aunque la ambigüedad también genere en mi cierta desconfianza. Pero no una desconfianza de origen malévolo (como me generaría un tipo vestido con pantalones de tiro largo, usados como si fueran a la cadera, y un par de cicatrices de dudosa procedencia en el rostro, y para completar la escena, una navaja en la mano), es más bien una desconfianza concienzuda que me impide actuar mas allá de un cariñito en el pelo, un abrazo cariñoso o una palmadita en la espalda.

Vale decir que en conclusión de todo este asunto de la confianza del besar, no besaré a menos que sepa si me corresponden de alguna manera. No me gusta andar a tientas por la vida. Amo ser concreta y directa en ocasiones. No estoy hablando de una directividad de orden cotidiano, sino en una de origen y carácter importante. El decir ‘te quiero’ o, el aún más temido, ‘te amo’, cuando sea necesario, y si me lo devuelven pues bien, la vida es así, y si no lo hacen, hay más peces en el mar.

(“pero a mi solo me gusta ése salmón azul”, dirán algunas...)

miércoles, 30 de agosto de 2006

Do...


...DO I KNOW... YOU?



Siempre creí que las cosas se dan. Son innatas. Siempre lo creí. "Creí", nótese el verbo en pasado... ¿pasado simple?... no sé, pero pasado al fin. El "creí" es porque la acción ya no se realiza, sino hubiese escrito "creo" pero no lo hice. Las cosas no se dan, se boicotean unas a otras para que nadie entienda nada.
Aveces las personas no saben entender lo que hacemos. Lo que hago. No les resulta tan obvio como a mi. Y como no entienden nada, simplemente no pueden saber cosas como que estoy enamorada o me gusta tal niño, o estoy comenzando a sentir algo por alguien a quién no debo querer si no es como amigo.

Would you erase me?

lunes, 28 de agosto de 2006

Digno de subirse.

Complejo de Amor

Edgar Morin
CNRS, París



Deseo exponer esa dificultad, tan frecuente en las ciencias humanas, donde se habla de un objeto como si existiera fuera de nosotros, los sujetos.

Y esto evidentemente es del todo flagrante para el amor, pues la mayoría de nosotros hemos sido, somos y seremos sujetos del amor. (El término «sujeto» vacila aquí entre dos sentidos que la polarizan: por una parte, el amor es algo que vivimos subjetivamente, y por otra, es algo a lo que estamos sujetos.) De ahí la diferencia, incluso la oposición, entre las palabras sobre el amor que quieren ser objetivas y las palabras de amor que son subjetivas.

Esto llega a ser grotesco cuando las palabras sobre el amor son exactamente lo contrario de las palabras de amor. Se constituyen en un discurso frío, técnico, objetivo, que por sí mismo degrada y disuelve su objeto. No estudiaré el amor en los cuadros superiores o los empleados de los ferrocarriles, no haré comentario sobre el sondeo «El amor y los franceses». Por el contrario, intentaré esquivar esas cosas que tienen algo que repugna, no en sí mismas, sino con vistas a nuestro propósito.

Topamos con un primer problema: que la tentativa de elucidación no sea una traición, ni una ocultación. Además, el término «elucidar» se vuelve peligroso si creemos que se puede llevar toda la luz a todas las cosas. Creo que la elucidación aclara, pero al mismo tiempo revela lo que resiste a la luz, detecta un fondo oscuro.

Este texto se titula «Complejo de amor». El término «complejo» debe tomarse en su sentido literal: complexus, lo que está tejido junto. El amor es en cierto modo «uno», como una tapicería tejida con hilos extremadamente diversos y de diferentes orígenes. Detrás de la evidente unidad de un «te amo», hay una multiplicidad de componentes, y es precisamente la asociación de esos componentes por completo diversos lo que da coherencia al «te amo».

En un extremo, tenemos un componente físico, y en el término «físico» se comprende el componente «biológico», que no es sólo el componente sexual, sino también la implicación del ser corporal.

En el otro extremo, está el componente mitológico, el componente imaginario; y yo soy de esos para quienes el mito, lo imaginario, no es una simple superestructura, menos aún una ilusión, sino una realidad humana, profunda.

Estos dos componentes están modulados por las culturas, las sociedades, pero no es de esta modulación cultural de la que os voy a hablar: intentaré más bien señalar esos componentes.


Encontramos una nueva paradoja. El amor está arraigado en nuestro ser corporal y, en este sentido, se puede decir que el amor precede a la palabra. Pero el amor está al mismo tiempo arraigado en nuestro ser mental, en nuestro mito, lo que evidentemente supone el lenguaje, y se puede decir que el amor procede de la palabra. El amor a la vez procede de la palabra y precede a la palabra. Y es, además, un problema bastante interesante, puesto que hay culturas donde no se habla de amor. ¿Es que, en estas culturas donde no se habla de amor, donde no ha emergido el amor en cuanto noción, verdaderamente no existe el amor? O bien ¿es que su existencia depende de lo no dicho?

La Rochefoucauld decía que, si no hubiera habido novelas de amor, el amor sería desconocido. Entonces, ¿es que la literatura es constitutiva del amor, o es que ella simplemente lo cataliza y lo vuelve visible, sensible y activo? De cualquier forma, es en la palabra donde se expresan a la vez la verdad, la ilusión, el engaño que pueden rodear o constituir el amor.


El hecho de decir que el amor es un complejo necesita una mirada poliocular. Los constituyentes del amor preceden a su misma constitución. Así, se puede ver el origen del amor en la vida animal. Podemos hacer proyecciones antropomórficas, aunque desconfiemos de ellas, sobre los sentimientos animales; también hay que desconfiar de esta desconfianza. Ante el afecto de un perro, decimos: «Ah, qué gracioso es, que cariñoso!» Esta proyección antropomórfica que hacemos hacia el «perro-perro» es más verdadera que otro tipo de proyección que fuera mecánica, del tipo del animal-máquina de Descartes, que llevaría a decir: «Esto es una máquina que reacciona a los estímulos». ¿Y por qué está justificado? Porque nosotros mismos somos mamíferos evolucionados y sabemos que la afectividad se desarrolló en los mamíferos, entre ellos el perro.

Hay, pues, una fuente animal incontestable en el amor. Pensemos en esas parejas de pájaros que se llaman «inseparables», que pasan su tiempo besuqueándose de manera casi obsesiva. ¿Cómo no ver ahí el cumplimiento de una de las potencialidades de esta relación tan intensa, tan simbiótica, entre dos seres de sexo diferente, que no pueden impedir el darse sin cesar encantadores besitos?

Pero, en los mamíferos, hay algo más: el calor. Se les llama animales que «sangre caliente». Hay algo térmico en el pelo, y sobre todo en esa relación fundamental: el niño, el recién nacido mamífero sale prematuramente a un mundo frío.

Nace en la separación, pero, en los primeros tiempos, vive en calida unión con la madre. La unión en la separación, la separación en la unión, no ya entre madre y progenitura, sino entre hombre y mujer, es lo que va a caracterizar el amor. Y la relación afectiva, intensa, infantil con la madre va a metamorfosearse, prolongarse, extenderse entre los primates y los humanos.

La hominización ha conservado y desarrollado en el adulto humano la intensidad de la afectividad infantil y juvenil. Los mamíferos pueden expresar esta afectividad en la mirada, la boca, la lengua, el sonido. Todo lo que viene de la boca es ya algo que habla de amor antes de todo lenguaje: la madre que lame a su hijo, el perro que lame la mano; esto expresa ya lo que va a aparecer y expandirse en el mundo humano: el beso.

Ahí está el enraizamiento animal, mamífero, del amor.


¿Qué nos aporta la hominización y qué marca biológicamente al homo sapiens?

Ante todo, es la permanencia de la atracción sexual en la mujer y en el hombre. Mientras que en los primates aún existen períodos no sexuados, separados por el período de celo, ese momento en que la hembra se vuelve atractiva, en la humanidad se da una permanente atracción sexual. Además, la humanidad efectúa el cara a cara amoroso, mientras que, entre los otros primates, el apareamiento se hace por detrás. La película La guerra del fuego expresó con gracia la aparición del amor cara a cara. Desde entonces, el rostro va a jugar un papel extraordinario.

El último elemento que aporta la hominización es la intensidad del coito, y no sólo en el hombre sino también en la mujer.


En fin, en homo sapiens, desde las sociedades arcaicas, van a llegar los últimos y decisivos ingredientes necesarios para el amor entre dos seres: son los estados segundos de exaltación, fascinación, posesión, éxtasis, que suscitan la absorción de drogas o bebidas fermentadas, la participación en fiestas, ceremonias, ritos sagrados. Son al mismo tiempo las veneraciones y adoraciones de personajes mitológicos divinizados.

Tenemos así los ingredientes físicos, biológicos, antropológicos, mitológicos que van a reunirse y cristalizar en amor.

¿Cuándo? Se puede obtener una hipótesis seductora de la propuesta de Jaynes, autor del libro El origen de la conciencia y la ruptura del espíritu bicameral. Su tesis es la siguiente: en los imperios de la Antigüedad, el espíritu humano es bicameral. No es sólo que haya dos hemisferios en el cerebro, hay dos cámaras. La primera está ocupada por los dioses, el rey-dios, los sacerdotes, el imperio, las órdenes que vienen de arriba. La persona obedece como un zombi a todo lo que está decretado, porque todo lo que viene de la cúspide de la sociedad es de naturaleza divina y sagrado. La segunda cámara está ocupada por la vida privada: uno se dedica a sus asuntos, intenta sobrevivir, tiene relaciones afectuosas con sus hijos, y relaciones afectivas, sexuales, con su mujer. Pero las dos cosas están separadas, y lo sagrado, lo religioso, está concentrado en una sola cámara.

La irrupción de la conciencia aparece en la Atenas del siglo V, donde se abre la comunicación entre las dos cámaras: cesa la hipersacralidad de la primera cámara, lo mismo que la trivialidad de la segunda. Entonces, la sacralidad va a poder precipitarse y fijarse en un ser individual: el ser amado

El amor va a aparecer y ser tratado como tal, en una civilización donde el individuo se autonomiza y se expande. Todo lo que viene de lo sagrado, el culto, la adoración puede entonces proyectarse sobre un individuo de carne, que va a ser el objeto de la fijación amorosa. El amor adquiere figura en el encuentro de lo sagrado y lo profano, de lo mitológico y lo sexual. Cada vez más será posible tener la experiencia mística, extática, la experiencia del culto, de lo divino, a través de la relación de amor con otro individuo.


En el momento en que llega el deseo, los seres sexuados se ven sometidos a una doble posesión que viene de mucho más lejos que ellos y que los sobrepasa. El ciclo de reproducción genética, que nos invade por el sexo, es a la vez algo que nos posee súbitamente y que nosotros poseemos: el deseo. Es la primera posesión.

La otra posesión es la que nace de lo sagrado, lo divino, lo religioso. La posesión física que viene de la vida sexual se encuentra con la posesión psíquica que viene de la vida mitológica. Ahí está el problema del amor: estamos doblemente poseídos y poseemos aquello que nos posee, considerándolo física y míticamente como un bien propio.


La cuestión de la salvajez del deseo y de la fascinación del amor se plantea con respecto al orden social. Las sociedades animales no tienen instituciones pero obedecen a reglas. Por ejemplo: los machos dominantes acaparan la mayor parte de las hembras y los demás machos quedan excluidos de la copulación. Todo esto depende de reglas jerárquicas, pero no hay ninguna regla institucional. La humanidad crea las instituciones, instituye la exogamia, las reglas de parentesco, prescribe el matrimonio, prohíbe el adulterio. Pero es preciso señalar cómo el deseo y el amor sobrepasan, transgreden normas, reglas y prohibiciones: o bien el amor es demasiado endógamo, y llega a ser incestuoso, o bien es demasiado exógamo, y llega a ser ya adulterino, ya traidor al grupo, al clan, a la patria. La salvajez del amor lo lleva ya sea a la clandestinidad, ya a la transgresión.

Aunque dependiente de una expansión cultural y social, el amor no obedece al orden social: desde que aparece, ignora esas barreras, se estrella contra ellas, o las rompe. Es un «hijo bohemio».


Por lo demás, lo que es interesante en la civilización occidental, es la separación, que a veces es una disyunción, entre el amor vivido como mito y el amor vivido como deseo.

Necesitamos percibir esta bipolaridad: por un lado, el amor espiritual exaltado que tiene miedo precisamente a degradarse en el contacto carnal y, por otro lado, una «bestialidad» que podrá hallar su propia sacralidad en esa parte maldita asumida por la prostituta. La bipolaridad del amor, si bien puede desgarrar al individuo entre amor sublime y deseo infame, puede hallarse también en diálogo, en comunicación: hay momentos felices en los que la plenitud del cuerpo y la plenitud del alma se encuentran.

Y el verdadero amor se reconoce en que sobrevive al coito, mientras que el deseo sin amor se disuelve en la famosa tristeza poscoital: Homo tristis post coitum. Quien es sujeto del amor es felix post coitum.


Como todo lo que está vivo y todo lo que es humano, el amor está sometido al segundo principio de la termodinámica, que es un principio de degradación y desintegración universal. Pero los seres vivos viven de su propia desintegración combatiéndola mediante la regeneración.


¿Qué es vivir?

Heráclito decía: «Morir de vida, vivir de muerte». Nuestras moléculas se degradan y mueren, y son reemplazadas por otras. Vivimos utilizando el proceso de nuestra descomposición para rejuvenecernos, hasta el momento en que ya no podemos más. Le ocurre lo mismo al amor, que no vive más que renaciendo sin cesar.


Lo sublime se da siempre en el estado naciente del enamoramiento. Francesco Alberoni lo explicó bien en su libro Enamoramiento y amor. El amor es la regeneración permanente del amor naciente. Todo lo que se instituye en la sociedad, todo lo que se instala en la vida comienza a soportar fuerzas de desintegración o de insipidez. En el amor, el problema del apego es a menudo trágico, porque el apego se ahonda a menudo en detrimento del deseo.

Algunos etólogos, tras haber señalado que el hijo adulto de la chimpancé no copulaba con su madre, que no había atracción sexual entre ellos, han pensado que la inhibición de la pulsión genital provenía sin duda del prolongado apego madre-hijo. Un apego prolongado y constante hace más íntimo el lazo, pero tiende a desintegrar la fuerza del deseo, que sería más bien exógama, vuelta hacia lo desconocido, hacia lo nuevo.


Se puede preguntar si el prolongado apego de la pareja, que la consolida, que la arraiga, que crea un afecto profundo, no tiende a destruir de hecho lo que había aportado el amor en estado naciente. Pero el amor es como la vida, paradójico; puede haber amores que duren, de la misma manera que dura la vida. Vivimos de muerte, morimos de vida. El amor debería, potencialmente, poder regenerarse, operar en sí mismo una dialógica entre la prosa que se esparce en la vida cotidiana, y la poesía que le da savia a la vida cotidiana.


Es digno de destacar cómo la unión de lo mitológico y lo físico se opera en el rostro. En la mirada amorosa hay algo que uno se siente inclinado a describir en términos magnéticos o eléctricos, algo que depende de la fascinación, a veces tan aterrador como la fascinación de la boa sobre el pollo, pero que puede ser recíproca. Y en esos ojos portadores de una especie de poder magnético subyugador, ha puesto la mitología humana una de las localizaciones del alma.

¡Lo mismo pasa con la boca! La boca no es sólo lo que come, absorbe, da (salivar/lamer), es también la vía de paso del aliento, que corresponde a una concepción antropológica del alma. El beso en la boca, que ha popularizado y mundializado Occidente, concentra y concreta el encuentro inaudito de todas las potencias biológicas, eróticas, mitológicas de la boca. Por un lado, el beso que es un análogon de la unión física, por otro, la fusión de dos alientos que es una fusión de las almas.

La boca se convierte en algo del todo extraordinario, abierta a lo mitológico y a lo fisiológico. No olvidemos que esta boca habla, y una cosa muy bella, que las palabras de amor van seguidas de silencios de amor.

Nuestro rostro permite, así, cristalizar en sí todos los componentes del amor. De ahí el papel, desde la aparición del cine, de la magnificación por medio del primer plano del rostro, que concentra en sí la totalidad del amor.


¿Cómo considerar el complejo de amor? La categoría de lo sagrado, lo religioso, lo mítico y el misterio ha entrado en el amor individual y allí ha arraigado en lo más hondo. Existe una razón fría, racionalista, crítica, nacida del siglo de las Luces, que engendra el escepticismo como ante toda religión. De hecho, la fría razón tiende no sólo a disolver el amor, sino también a considerarlo como ilusión y locura. Por el contrario, en la concepción romántica, el amor se convierte en la verdad del ser. ¿Hay una razón amorosa como hay una razón dialéctica, que supera las limitaciones de la razón helada?


Desde el ángulo de la fría razón, el mito se ha considerado siempre como un epifenómeno superficial e ilusorio. Para el siglo XVIII, la religión era una invención de los sacerdotes, una superchería para engatusar a los pueblos. Ese siglo no comprendía las raíces profundas de la necesidad religiosa y sobre todo de la necesidad de salvación.

Soy de los que creen en la profundidad antroposocial del mito, es decir, en su realidad. Diré incluso que nuestra realidad tiene siempre un componente mitológico. Y añadiré que entre homo sapiens y homo demens, la locura y la sabiduría, no hay una frontera neta. No sabemos cuándo se pasa de uno a otro, y además pueden volverse del revés: así, por ejemplo, una vida racional es una pura locura. Es una vida que se ocuparía únicamente de economizar su tiempo, de no salir cuando hace mal tiempo, de querer vivir el mayor tiempo posible, sin cometer excesos alimenticios, ni excesos amorosos. Empujar la razón hasta sus límites desemboca en el delirio.


Entonces, ¿qué es el amor?

Es el culmen de la unión entre la locura y la sabiduría. ¿Cómo desenredar esto? Es evidente que es el problema que afrontamos en nuestra vida y que no hay ninguna clave que permita encontrar una solución exterior o superior. El amor conlleva precisamente esa contradicción fundamental, esa copresencia de la locura y la sabiduría.

Acerca del amor diré lo que digo en general acerca del mito. Desde que un mito es reconocido como tal, deja de serlo. Hemos llegado a ese punto de la conciencia donde nos damos cuenta de que los mitos son mitos. Pero al mismo tiempo advertimos que no podemos prescindir de los mitos. No podemos vivir sin mitos, y entre los «mitos» incluiré la creencia en el amor, que es uno de los más nobles y más poderosos, y quizá el único mito al que deberíamos adherimos. Y no sólo el amor interindividual, sino en un sentido mucho más amplio, por supuesto sin hacer sombra al amor individual. En efecto, tenemos el problema de la convivencia con nuestros mitos, es decir, no una relación de compromiso, sino una relación compleja de diálogo, antagonismo y aceptación.

El amor plantea a su modo el problema de la apuesta de Pascal, quien había comprendido que no hay ningún medio de probar lógicamente la existencia de Dios. No podemos probar empíricamente y lógicamente la necesidad del amor. No podemos más que apostar por y para el amor. Adoptar con nuestro mito de amor la actitud de la apuesta es ser capaces de entregarnos a él, dialogando con él de manera crítica. El amor forma parte de la poesía de la vida. Debemos, pues, vivir esta poesía, que no puede abarcar toda la vida porque, si todo fuera poesía, no sería más que prosa. Lo mismo que hace falta sufrir para saber lo que es la felicidad, es necesaria la prosa para que haya poesía.

En la idea de apuesta es preciso saber que existe el riesgo del error ontológico, el riesgo de la ilusión. Es preciso saber que lo absoluto es al mismo tiempo lo incierto. Deberíamos saber que, en un momento dado, comprometemos nuestra vida, otras vidas, muchas veces sin saberlo y sin quererlo. El amor es un riesgo terrible, porque en él no es sólo uno mismo quien se compromete. Comprometemos a la persona amada, comprometemos también a quienes nos aman sin que los amemos, y quienes la aman sin que ella los ame.

Pero, como decía Platón sobre la inmortalidad del alma, es correr un bello riesgo. El amor es un mito bellísimo. Es evidente que está condenado a la errancia y a la incertidumbre: «¿Me va bien a mí? ¿Le va bien a ella? ¿Nos va bien?»

¿Tenemos respuesta absoluta a esta pregunta? El amor puede ir de la fulminación a la deriva. Posee en sí el sentimiento de verdad, pero el sentimiento de verdad está en el origen de nuestros más graves errores. ¡Cuántos desdichados y desdichadas se ilusionaron con la «mujer de su vida» o el «hombre de su vida»!

Pero nada es más pobre que una verdad sin sentimiento de verdad. Constatamos la verdad de que dos y dos son cuatro, constatamos la verdad de que esta mesa es una mesa, y no una caja, pero no tenemos el sentimiento de la verdad de esa proposición. Sólo tenemos la intelección. Ahora bien, es cierto que, sin sentimiento de verdad no hay verdad vivida. Pero precisamente lo que es origen de la verdad más grande, es al mismo tiempo el origen del mayor error.

Por eso el amor es acaso nuestra religión más verdadera y a la vez nuestra más verdadera enfermedad mental. Oscilamos entre esos dos polos, tan real uno como otro. Pero, en esta oscilación, lo extraordinario es que nuestra verdad personal nos la revela y aporta el otro. Al mismo tiempo, el amor nos hace descubrir la verdad del otro.

La autenticidad del amor no está sólo en proyectar nuestra verdad sobre el otro, para finalmente no verlo más que través de nuestros ojos, está en dejarnos contaminar por la verdad del otro. No hay que ser como esos creyentes que encuentran lo que buscan porque proyectan la respuesta que esperan. Y ahí está también la tragedia: llevamos en nosotros tal necesidad de amor que a veces un encuentro en un buen momento -acaso en un mal momento- desencadena el proceso de la fulminación, la fascinación.

En ese momento, proyectamos sobre otro esta necesidad de amor, la fijamos, la endurecemos, e ignoramos al otro que se convierte en nuestra imagen, nuestro tótem. Lo ignoramos creyendo adorarlo. Ahí está, en efecto, una de las tragedias del amor: la incomprensión de sí y del otro. Pero la belleza del amor es la interpenetración de la verdad del otro en sí, de la de sí en el otro, es hallar la propia verdad a través de la alteridad.


Concluyo. La cuestión del amor se recapitula en esta posesión recíproca: poseer lo que nos posee. Somos individuos producidos por procesos que nos precedieron; estamos poseídos por cosas que nos sobrepasan y que irán más allá de nosotros, pero, en cierto modo, somos capaces de poseerlas.

Siempre y por doquier, la doble posesión constituye la trama y la experiencia misma de nuestras vidas.

Terminaré aplicando a la búsqueda del amor la fórmula de Rimbaud, la de la búsqueda de una verdad que esté a la vez en un alma y en un cuerpo.

martes, 22 de agosto de 2006

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No hace falta ponerle titulos a las cosas que se piensan y luego se dejan caer por los dedos en el teclado lleno de teclas (valga la... ya saben).

En fin.


Ayer me hicieron imaginar que caminaba por un bosque a través de un sendero seguro. Un bosque frondoso y húmedo. Sentía la tierra tibia y cercana bajo mis pies descalzos. Caminaba tranquilamente utilizando todos mis sentidos. Rozaba con las piernas y los brazos los helechos que me rodeaban. Olía las hojas secas de las copas de los árboles y las mojadas hierbas que crecían cerca del suelo. Las flores y las mentas silvestres me hacían bromas: se burlaban de lo inútil que resultaba mi nariz, y me preguntaban cosas como "¿por qué no tienes raices?", "¿cómo comes?", "¿dónde vas?". Esta última pregunta no supe responderla. Yo sólo caminaba. Sintiendo. Gozando. Calibrando mis sentidos en aquella frecuencia agradable pero desconocida. Escuchaba el cantar de las aves arriba en el cielo, el trinar de un arroyo cercano pero invisible, misterioso. Casi podía saborear el aire lleno de aromas secretos que nadie había nombrado aún. El aroma y sabor dulzón del ambiente se filtraba por mi cabello. Jugaba y lo hacía dansar. No me molestaba, más bien me parecía divertido y dejaba que el viento acariciara mis mejillas.


A medida que avanzaba, los árboles comenzaron a alejarse unos de otros, y el paisaje seguía ahí, pero esta vez había mucho espacio. Miré mis pies y me dí cuenta de que ya casi no había camino. Había dejado atrás todo el confort de un camino seguro y ahora me enfrentaba a lo desconocido. La brisa dulce seguía jugando con mi pelo, y los pájaros seguían cantando, solo que éstos últimos se escuchaban a lo lejos pero no menos entusiastas.
Me asusté y traté de devolverme por el sendero, pero no pude, había una fuerza invisible que me impedía regresar. Escuché entonces un murmullo, una voz que no pude distinguir, y entonces se me llenó la cabeza de preguntas que se disparaban desde lo más profundo de mi ser consiente hacia mis labios y no pude evitar decirlas en voz alta: "¿qué o quién habla?, ¿qué hace aquí o dónde está?, ¿qué es éste bosque tan... 'de otro mundo'?, ¿cómo he llegado aquí?, ¿podré salir alguna vez?, ¿por qué no puedo retroceder?, ¿quién controla este lugar?, ¿quién lo crea?, ¿dónde estoy?.
Y el murmullo se volvió una voz femienina, muy nítida, increíblemente parecida a la mía. Tanto así, que tuve que palpar mis labios para serciorarme de que no habían sido ellos los que se movían. "No puedes regresar, porque tu niñez se ha ido..." me dijo.

Horror.

¿Qué harían ustedes si una voz con las características y el tono de la suya les dijiera una cosa semejante en un lugar semejante y en semejante situación, y sabiendo que ustedes no han abierto el pico para otra cosa que no fuera hacer preguntas?...

(continuará)

sábado, 12 de agosto de 2006

Canción


Un Caribe en Nueva York
Ricardo Arjona
Recién llegado de Manhatan,
con el pescuezo arremangado para atrás
mas mojado que un pescado,
la ilusión una quimera
va silbando por la quinta:
¡ojalá q llueva cafe!
¿Dónde vivirá mi tío, en el Brooklin o en el Broonks ?
Llegó en balza a Puerto Rico
vendía mariscos en Piñones y en San Juan
pero un día de polizón se fue en barco a Nueva York
con los sueños que llevaba y los sueño que dejó
se le jorobaba el alma al caribe en Nueva York
y piensa en ella,hay su mulata mirando al cielo
mientras se acuesta en una banca en Central
con New York Times se hace un colchón y mira al cielo
mientras me cuenta la historia que hoy les canto
la historia de un caribe en Nueva York

¿y qué hace un caribe en Nueva York
que no sea pasar frío y calor
engañando a la soledad?
¿y qué hace un caribe en Nueva York
que no sea extrañar lo que dejó
y vivir soñando con volver?
¿y qué hace un caribe en Nueva York?
¿y qué hace un caribe en Nueva York?
¿qué es lo que hace un caribe en Nueva York?

Creando una factoría del primer mundo y de una oportunidad
que es cuestión de un par de años para poder ahorrar
Y se decruja el calendario y el frío se hace calor
y le manda a su mulata unas caricias de papel
y piensa en ella, en su mulata, mirando al cielo
mientras se acuesta en una banca en central
con New York Times se hace un colchón y mira al cielo
mientras me cuenta la historia que hoy les canto
la historia de un caribe en Nueva York

lunes, 31 de julio de 2006

Celos cuando miras a otra (8)

No me sirve de nada sentir celos, porque... uff. No es fácil amar. No es fácil extrañarte y saber que no lo haces por mi. Bueno. Supongo que es para mejor que descubra que no eres para mi y sentirte como un amigo más. Solo espero que no me digas que te trato diferente, porque te sentiré diferente. Se acabó. No voy a seguir esperando algo que no pasará. No será lo mismo. La diferencia es buena cuando se siente el cariño. Yo hace mucho dejé de sentirlo de tu parte. Lo siento. Nadie debe entender esto. Y nadie debe saber para quién lo dirijo. Y no lo diré tampoco. Y es probable que nadie lo lea tampoco.

Necesito a alguien al lado que esté dispuesto a ser mi novio. Y que me quiera. ¿Suegerencias?.

He estado sintiendo cosas extrañas y sin querelo. El otro día, por ejemplo, me pasó algo extraño. Mientras un amigo soñaba en mi cama, yo en otra, soñaba que lo besaba y que el me respondía. Rarísimo. Imposible. No. Eso no puede pasar. Simplemente no puede pasar.

¿O si?.

Tengo un miedo atroz. ¡Alguien sálveme de mi misma!. Y si es posible se apura, por favor.

miércoles, 26 de julio de 2006

Les voy a dar la receta del queque, que ha pasado de generaciones en generaciones en mi familia, porque estoy aburrida, y es mejor compartirla a guardarsela por siempre.

¡Atentos!

nota: antes de preparar el queque prenda el horno en tº máxima para que, al terminar, tenga una temperatura adecuada para que la weá suba 8).

Paso 1)
Mezcle las dos tazas de azúcar con la mantequilla hasta formar una pastita ^-^.

Paso 2)
A la pastita (^-^) héchele los dos huevos (los de la gallina ¬¬).

Paso 3)
Bata bien. No, no "bata bien" de que la tienda de zapatos estñe bien, sino que la acción de batir, ¿ok?, no sea weón(a).

Paso 4)
Ahora que ya tiene todo incorporado, héche primero una taza de harina y sin sacar el tenedor de la mezcla comience a batir nuevamente hasta incorporar toda la harina de ESA taza.

Paso 5)
Alternando con la taza de harina y con la de leche, heche primero la de harina, como en el paso anterior, y luego la de leche, y luego la segunda de harina y luego la segunda y última de leche, y por ultimo, la ultima y tercera de harina, ni más, ni menos.

nota para el paso 5: revuelva bien y que no queden grumos entre las incorporaciones de las tazas, ya que le kedará la manza cagada si no lo hace.

:)

Paso 6)
Agregue los polvitos (de hornear). Con dos cucharaditas será suficiente, no le agregue más, de lo contrario le quedará la manza torta de novios.

Paso 7)
Agregue con cariño su sabor favorito. [Si desea hacer el queque de dos sabores, entonces separe un poco de mezcla sin sabor, y le hecha el sabor alternativo al otro de la otra mezcla, y luego, cuando tenga el sabor de "base" en el molde, le pone con amor y pasión el otro encima :$, pero nótese: ¡SIN REVOLVERLOS! ]

Paso 8)
Enmantequille el molde, y luego héchele un poco de harina, la cuál deberá pegarse al molde con la mantequilla que le puso antes. Esto permitirá que el queque pueda ser removido con facilidad al momento de estar listoko pirinoco ;D.

Paso 9)
Meta amorosamente el molde con la mezcla (lo que quiera que le aya echado a la cuestión) en el horno, y ponga el coso en temperatura MEDIA. Espere 40 minutos.

nota final: Si a los cuarenta minutos no está listo (puede chequear esto con un palito de fosforo, cuidando que no le entre frío al horno, ya que puede que quede la embarrá, porqu se bajaría y no queremos eso, ¿cierto?) entonces deberá chequear cada 10 minutos, poniendo el horno en temperatura baja.

¡fin!

¡Ah, y recuerden! :
EL QUEQUE SE SIRVE CON TECITO, porque el café le quita el sabor al queque, por lo que es mejor comerlo con té.

;D

jueves, 20 de julio de 2006

Siempre me cuesta poner el título, así que, lector, esta parte no vale, ¿bueno?



Y así como siempre me cuesta ponerle título a este asunto, es que me cuesta empezar a escribir, porque sigo sin tener un rumbo fijo. Nunca lo he tenido. Si hubiese sabido de antemano dónde iría a parar hace dos años atrás, nunca me hubiera imaginado algo como mi vida de hoy en día. Me hubiera imaginado a mi misma estudiando algo así como medicina veterinaria en alguna prestigiosa universidad. Pero gracias a Dios y a todos los santos, que eso nunca se hizo realidad. Aunque debo confesar con un cierto desinterés, que mi vida de hoy no me convence y no me alegra mucho. Sin embargo tiene sus pros y contras, que no correspondería escribir aquí (¿o si?...).

Bueno. El mundo gira y no lo podemos evitar, y aunque algún loco en gringolandia quiera cambiar el eje de la Tierra haciendo saltar a cientos de personas en el hemisferio norte, nadie puede detener el hecho de que la Tierra gira y gira y yo sigo soñando con cosas que nunca se detendrán (porque simplemente no puedo dejar de soñar) y, así como es probable que nunca se realicen por más que me esfuerce en planear y diseñar mi vida con elementos oníricos, no es seguro que lleguen a buen término.

Pero hay tantas cosas por hacer que no sé ni dónde empezar. Me aterra empezar algo y lo hace mucho más el hecho de terminarlo. Ése es MI problema. Me hace falta valor (pero está claro que para hacer el ridículo me sobra, ya sea a propósito o inconscientemente).

Dicen por ahí, que antes de llegar a este mundo, uno elige a los padres, a los hermanos, a la gente que se topará en su vida, los obstáculos y las alegrías, lo que tendrá que afrontar; y todo eso para que el alma logre un estado superior; y todo eso para que no tengamos que volver en cuerpo y alma a este mundo, ya que (según lo que dicen por ahí) solo venimos a este mundo para que nuestra esencia logre un estado de "satisfacción" puro y máximo y no regrese nunca más a esta pequeña masa de tierra con agua.


Pero yo no creo mucho en eso que suelen decir "por ahí" porque ¿para qué venir, si perfectamente podríamos nunca hacerlo?. Y es cuando "por ahí" me responden: "es el karma mijita". Pero entonces, ¿fue alguna vez pura nuestra alma y todo eso?. Yo creo que sí lo fue, y no sé para qué todo este asunto de venir a enmendar nuestros errores karmáticos a la tierra una y otra vez. No le encuentro la gracia. Además, sé que es estúpido pero, piensen en todas las cosas que se podrían evitar. Podríamos evitar (siguiendo con esta ideología), todos los sufrimientos que habíamos planeado para nuestra vida... pero... ¡un momento!... si evitáramos eso, también sería inevitable evitar las alegrías, los momentos felices, las cosas felices... las personas que nos hacen ser felices, y eso yo personalmente no lo cambiaría por nada del mundo, siquiera por no volver a este mundo. Por esa persona yo volvería una y otra vez a pagar todos los karmas del mundo si es que valiera la pena. Tengo mucha fe, pero "poco valor". Ya no creo. Valor si tengo. Lo que me falta es otra cosa, y no es de mi parte.

Como sea, queridos lectores. Sé que deben estar aburridísimos con este ensayo tan austero(?), pero escribir es un hobbie tan, pero tan catártico que me da mucha pena tener que hacerlo cada mucho tiempo, y es que no siempre sé por dónde empezar y no sé donde llegaré con tantas ideas que atraviesan y maltratan mi cerebro.