lunes, 12 de marzo de 2012

Miguel.

Contar la misma historia de cómo nos conocimos sería redundante a estas alturas. Llevamos 7 meses más uno desde que me agregó a facebook. No temo decir que fue amor a primera vista. El mismo día en que lo vi en vivo y en directo fue el día de todas nuestras primeras veces juntos, a excepción de nuestra primera vez haciendo el amor.
Recuerdo que ninguno de los dos entendía porqué se sentía tan diferente tener sexo esa noche. Nos mirábamos a los ojos con cara desconcertada y fascinada, haciéndolo muy lentamente al principio y con muchas ganas después, cuando descubrimos que lo que hacíamos era lo que llaman "hacer el amor". Después, me quedé dormida y me despertó (no sé si fueron un par de minutos o unas horas después) porque no podía dormir tranquilo sin decirme que me amaba. Llevábamos una semana y mi respuesta fue un fuerte y claro "¿QUÉ?. Sé que no fue la respuesta que él esperaba pero ¿quién no sentiría una pizca de miedo con semejante confesión a una semana de haber conocido a alguien, medio dormida y desnuda en la cama?. "Te amo" sentí. "Te amo" le dije. Todos las reglas de una relación convencional se desplomaron. Quise casarme, tener hijos, un gato, una profesión, una casa y un jardín para cultivar verduras y tal vez criar pollos. Todo de una vez.
También sentí miedo cuando, al primer mes, ya tenía un atraso. De estar embarazada, no estaba segura de querer tenerlo. De estarlo, no quería abortar. De estarlo, no quería darlo en adopción. La verdad, no quería estarlo.
Ahora pienso que de haberlo estado, habría sido la mujer más feliz del mundo. Pienso en lo hermoso que sería ser madre, pero también pienso en lo difícil que sería sin haber terminado la carrera y sin tener ingresos estables. La verdad, son puras tonterías. Lo que no sería tontería es tener que pasar por algo así sola. Miguel vive a 100km de Santiago, en Valparaíso. Siempre lo extraño tanto cuando no está. Siempre me despierto pensando en lo bonito que sería poder darle un beso de buenos días. A veces, me toco pensando en él, cocino pensando en él, camino pensando en su mano en la mía, estudio pensando en que está al otro lado de la habitación mirándome con ternura, cuelgo la ropa en el balcón imaginando que está en la calle viéndome desde abajo, evito abrir los ojos en la mañana para no notar su ausencia...

A veces también dudo. Desde un comienzo supe que sería difícil mantener una relación a distancia. Lo que no sabía era cuánto. Cada vez que nos vemos siento que fuera la última vez, me cuesta mucho despedirme de él cuando tomo el bus, si de mi dependiera no lo tomaría nunca más de vuelta. Intento disfrutar y hacerlo disfrutar, pero a veces termino llorando por complicaciones insulsas y sin sentido. Creo que pienso y siento mucho, me abruma la cantidad de tonterías que pienso por minuto: ¿De verdad llegaré a estar toda la vida con él? La idea de algo eterno es maravillosamente alarmante ¿Si le digo que venga a verme y el bus choca o tal vez si un día se aburre de mi, o peor, si un día me aburro de él y no lo veo más? La idea de no verlo nunca más y no poder besarlo, abrazarlo, sentirlo, escucharlo decir "te amo"... no quiero ni pensar en eso... ¿y si encuentra a alguien mejor que yo, que lo haga más feliz, que sea más bonita... sería capaz de dejarlo ir? ¿Sería menos doloroso que perderlo?... ¿Por qué no le molesta nada de mí y yo si encuentro cosas que me molesten de él? ¿Seré muy exigente? ¿Seré muy complicada? ¿Lo amo menos por eso?
Quiero poder ser capaz de sorprenderlo cada día, quiero que el también me sorprenda. A veces olvido que no necesito grandes cosas para ser feliz con él y me pongo a decirle cosas que lo hieren y me da mucha pena sentir que sufre por mi culpa. Soy tan tonta. Si con un "te amo gatira" en la mañana debería ser feliz todo el día ¿no?
...
A estas alturas ya lo extraño demasiado. Siento que necesito aunque sea su presencia, su brazo al rededor de mi cintura en la mañana, sus ojos dormidos en las noches, sus manos en mi espalda haciéndome un masaje, su voz contándome historias de su vida... Cuando no lo tengo es cuando más valoro su presencia. No me importa que sienta que es flaco, feo y tonto. En mis ojos es hermoso, duro y equilibrado como una estatua, de ojos y cejas muy masculinos, fuertes, sensuales, tiernos, de labios dulces, de manos que me acarician como terciopelo y una mente capaz de albergar muchas fórmulas y nombres químicos que yo no podría ni siquiera reproducir con éxito. Siento que me gané la lotería, que no debería pensar tonteras cuando me ama y lo amo tanto.
A pesar de todas las tonterías que pienso y a veces hablo, lo amo como no he amado a nadie en mi perra vida. Todos saben que "estoy enamorada". Lo que no saben es que si existiera una palabra mayor para describir lo que siento, ya la habría manoseado hasta el cansancio.