viernes, 5 de mayo de 2006

En Rojo.


Bueno, entonces escribamos del rojo.

¿Por qué es de mala educación escribir con lápiz pasta rojo?. A mi nunca me dijeron el porqué , pero en vez de eso me decían “no escribas con lápiz rojo que es de mala educación” de mala, muy mala educación. Sin embargo se puede escribir con negro, con azul y hasta he visto a gente escribiendo con calipso o fucsia... ¿Qué será peor?. ¿Por qué es el rojo peor que el calipso o el fucsia?, ¿por qué es el color de la sangre acaso?. ¿O tal vez sea porque es un color primario y llamativo?. ¡Pero cómo!.
Si el amarillo también es llamativo y primario.
Claro que no usamos ése para escribir por el simple motivo de que las hojas de papel son blancas y el amarillo no resalta mucho contra ellas.
Y en ese caso... ¿Por qué no usar, entonces, el color rojo?. Sigo sin entender, y podría estar muchas horas escribiendo acerca de los diferentes posibles motivos que hacen al rojo un color que “no debe usarse para...”.

Pero a mi me gusta el rojo porque también es el color del amor. Incluso los derivados del rojo, como el rosado, y toda la gama que lo precede. Y ahora, más preguntas: ¿por qué el rojo no puede usarse para escribir cosas importantes (como una comunicación pública o un certificado médico) pero si puede usarse cuando existe amor de por medio?, ¿quién decidió que esto fuera así? (¿Es el amor menos importante que un certificado?), ¿a quién se le ocurrió semejante idea?.

Porque sin lugar a dudas a alguien se le tiene que haber ocurrido. No nació solo. Nada nace solo. Todo se crea a partir de algo que lo antecede... pero para qué hablar de eso, si estamos hablando de los “no usos” del lápiz de tinta o pasta rojo, y de porqué no se usa tanto. Subestimamos el rojo y a menudo lo discriminamos a lugares predeterminados y a usos determinados. Yo creo que ésa es la única razón que encuentro para este problema del nunca bien ponderado “lápiz rojo” o de tinta roja (aclaro porque perfectamente el lápiz puede ser rojo y escribir en otro color): si la culpa es de lo que nos dicen que hagamos.

Como cuando somos pequeños y dibujamos. ¿Alguien ha visto a un niño (o niña, seamos justos) chiquitito (o chiquitita, idem) dibujar?.

Si es así, entonces sabrá, como yo, que no pintan las flores precisamente rojas, sino que para ellos también pueden ser azules, verdes, moradas, amarillas, naranjas y, porque no, negras y hasta color piel (entiéndase, que ellos no conocen todas las flores que existen y aún así pintan con los colores que su imaginación les dicta a usar); y es que nadie les dice “los árboles son verdes, no celestes ni azules”, ellos llegan con su mágico mundo de colores y como nosotros les damos materiales básicos para plasmarlos, pues ellos agarran los lápices y se ponen a pintar como locos toda clase de figuras que para nosotros son una maraña ininteligible y desordenada de líneas curvas y rectas disparadas para todos lados y que incluso se escapan fuera del papel; pero para ellos ese circulo de ahí es el perro Fido, la línea grando con dos extensiones y un poco de café con amarillo en el extremo superior, es el papá, y la mamá no es más que un trángulo con un circulo en su punta y dos líneas quebradas debajo de las faldas del isósceles. Nadie les dice cómo deben dibujar, no vienen determinados.

La condición se aprende. Y “condición” en el sentido de lo que esta predispuesto por la sociedad de que sea de tal y cual forma. Las flores rojas, el cielo azul, los troncos cafés y las hojas verdes. Ponga a dibujar a un niño de tres o cuatro años, y sabrá que no es precisamente así para sus mentes jóvenes e inexpertas, pero no menos sabias.

He dicho.

1 comentario:

frutillística dijo...

muer me gustó lo que escribiste en lo que lleva de título: El otro día, el martes.
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GRACIAS EDITORA OFICIAL DE FLOG ^^