sábado, 29 de abril de 2006

El otro día, el martes.

'Una clase cualquiera'.

Mientras el diente blanco, con dos largas raíces negras de base, hablaba, yo estaba casi por quedarme dormida, en la cuna acolchada que me ofrecía ese sitio frío, pero tibio. La tinta subía, manchaba y vacilaba en la resbaladiza pantalla blanca frente a mis ojos.
La verborrea no cesaba y yo quería cerrar mis ojos y dejarme llevar por lo onírico que me ofrecía los ojos totalmente cerrados y el cansancio físico de una cuasi insolación.
Sonó el metal por fin después de una hora y media y yo tenía mi excusa perfecta para saltar física: la Carol. No es que me guste usar a las personas como excusas para hacer cosas, es que me tenía preocupada la señorita y decidí ir a buscarla. Pero llegué temprano... demasiado temprano, por única vez en mi vida. En fin. Esperé y esperé y mil vehículos pasaron frente a mí, a mi grafito y mi hoja de papel con letras y rayas para completar: “ubique los términos con sus sinónimos correspondientes, no sobran”. Como sea. Ni siquiera me di cuenta cuando me saltó encima la susodicha con un chillido que casi me deja como taza de café. Pero fue bonito y yo terminé de aspirar el filtro y nos fuimos. “¿Acompáñame a ver al Matías?”. Bueno, fue la respuesta. Y caminamos. Y caminamos. Y mi vejiga me pasó la cuenta de haber salido del Preu sin haber usado el inodoro. “Ay, vamos, rápido, porque le pediré el baño a este huevón”. Y llegamos. Y llamamos mil horas afuera. Y no había nadie. Y mi vejiga gritaba y gritaba. Aguante. “Ya, no está... vamos a mi casa mejor...”. Bueno. De nuevo. Caminamos. Compramos un paquete de Mankekes que me recordaron los días de colegio, cuando era pecado no comprarse un Mankeke al recreo y se burlaban de ti porque traías pan con queso, pero igual te pedían al rato. Yo comí dos, la Carol uno. Boté los papeles en un basurero extrañamente pequeño, y se calló la tapa, porque estaba cortado y no estaba unido al resto de su cuerpo. Pasaba una niña en ese momento y se rió de mi torpe acción. La Carol también lo hizo. Bueno, Seguimos caminando y llegamos a mi casa. Entramos luego de poner al perro en un lugar seguro, lejos de la Carol (o tal vez fue al revés... ya no recuerdo). Vimos películas y me quedé dormida. En estado de coma, total. Cero conocimiento de la película. Igual ya la había visto. Igual ustedes no la vean, es muy mala “Saw 2”. Me defraudó. Y me aburrí. Hasta aquí no más. ¡Adiós!

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