sábado, 19 de noviembre de 2005

Super Zise Me 2.0 The Original and Finished!

¿Hasta dónde son responsables éticamente las empresas internacionales de comida rápida por la obesidad de la gente que la consume regularmente, y muchas veces a diario?.

Pues bien. No es que quiera responder rápido la pregunta para así terminar luego el último ensayo de filosofía en mi paso por la siempre irreverente y singular educación media; ni mucho menos desprestigiar a las "nobles" (léase con tono irónico) empresas de "fast-food", es sólo que mi punto de vista no dista mucho con respecto al que se mostraba en el documental.

Estoy de acuerdo con respecto a que dichos locales tengan a disposición del cliente, toda la información necesaria de los nutrientes y calorías de los alimentos que se están consumiendo, pero creo cobardemente innecesario que una persona demande a la empresa porque "la hizo" subir de peso hasta el punto de quedar en la escala de “obesa mórbida”. ¡O sea!. ¿Dónde quedó la capacidad de elección?: "¿voy a un restauran común y corriente, al McDonald's, Kentucky Fried Chiken, o Burger King?". Cada uno puede elegir qué se mete a la boca, qué es lo que traga y qué es lo que digiere (a menos claro que uno viva en condiciones deplorables como para comer todo aquello que se mueva por el suelo, o por el aire). Nadie debe tener más culpa que uno mismo por la comida que se come. Eso de demandar a las empresas de comida rápida porque quisimos echarles la culpa de nuestra propia obesidad es un disparate monumental. Una cobardía, ya que no estaríamos afrontando que el problema es nuestro; que nosotros fuimos quienes llegamos a ese estado y que nadie nos puso la hamburguesa, hot dog, o frituras varias, en la boca.

Por otra parte: sí, es comprensible que de vez en cuando uno quiera “darse un lujito” e ir a esos lugares a comer comida grasosa, chatarra, rápida, o como quieran llamarle (al fin y al cabo es lo mismo para casi todos los casos), pero creo incomprensible que se quiera hacer de esa comida parte de la dieta diaria de una persona. Por eso admiro al que se expuso al peligro inminente de los alimentos McDonaldianos”, porque además de poder haber muerto en el intento de comer por un mes solamente comida del internacionalmente conocido McCáncer, perdón, McDonald’s, pudo haber sido también que la cantidad de colesterol, sal, grasas y otros, lo matase al veinti-algo día, y hubiese sido lamentable no haber visto el feliz final del documental.

Así que. Si bien es cierto que la demanda de esas dos señoritas fue más bien, una especie de broma para la poderosa empresa de McDonald’s (quienes aludieron a la ignorancia que había con respecto de que si las niñas habían consumido todo el tiempo en dicho local), con este documental se demostró qué es lo que puede pasar si se lleva una dieta estrictamente McDonaldística.

Ya sabemos entonces. No se nos vaya a ocurrir tratar de cumplir el sueño de todo niño pequeño (como se decía en el documental), hay que llevar una dieta balanceada, y si usted quiere demandar a McDonald’s por su obesidad mórbida, le aconsejo guardar desde ya todas las boletas de compra. Por lo menos podrá aludir a los derechos del consumidor. ¿No?


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Mi último día de esclavitud escolar.
Mi primer día de libertad condicional.
Mi último día... no sé si fue el mejor... pero tuvo de todo:
alegrías y llantos, caídas extremas junto a un amigo, y vitrineos en el mall para ver qué vestido me cabía (:s), humillaciones y más triste llanto al llegar a mi casa, indiferencia de mi padre =(, y tabletas para dormir, piscola y cigarrillos, retos, conversaciones con mi mamá, expectativas de vida, viajes, plata, dolores de cabeza...


¿y como fueron sus últimos días?

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