miércoles, 2 de noviembre de 2005

Noble Señor.




¡Oh afortunada de mi, al haber logrado sobrevivir a tan tamaña desgracia que es el sufrir de un amor no correspondido al tiempo en que se vive!. ¡Cuán misericordioso ha sido el Señor en darme otra oportunidad para manifestar amor y cariño!.
Si he de sufrir por amor, será con el mayor de mis gustos. Ésta señorita de las praderas encantada estará de cumplir con su deber en la vida: Ser Feliz. Porque ése ha de ser el propósito eterno de la humanidad. De nada ha de servir batirse en una lucha etena contra las injusticias si el ser mismo, que en vuestro pecho late, no es congraciado con el don majestuoso que es el compartir la felicidad con el ser amado.

Cartas a mi antiquísimo:

"Mi intención no es abrir la cicatriz nuevamente, ni haré lo que ya el tiempo no me permitió hacer por usted, ni por mi. Esto ya culminó y el corazón ya se interrumpió, vuelta atrás no existe, por más que quiera esta doncella, volver al pasado y hacer las muchas tantas cosas que no hice con usted.
Le estrañaré, estoy segura de eso, pero no me queda más remedio ya, pueto que ya lo he hecho demasiado, e incluso lo esperé.
Noches y noches sentada, sola, en las afueras de mi hogar, pero ya no vendrías. Nunca más. En vano esperé.
Las circunstancias cambiaron. Siempre cambian, y no queda más remedio que adaptarse.
Un gusto haberle conocido. Un gusto haberle amado. Un gusto haber compartido con usted tanas tardes, que en su mayoría fuesen de abril y mayo.
Haga usted su vida Dear Gentleman, que ésta doncella hará la suya.
Si dispone usted de tiempo y ganas, viene y hablamos, o me llama y le contestaré. Si gusta usted, me busca y me encontrará. Dispuesta siempre como buena amiga que me queda ser con su persona y si no, pues bueno, no me importaría soportar un 'Sin Admisión'.

Atentamente.


Doncella"

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