domingo, 16 de noviembre de 2008

Ser.



Ven. Acércate. Siente. El vaivén de nuestros sentidos arrulla lentamente nuestros sueños más profundos. Se mecen. Se mezclan.

"Mira, huele, oye... ven" .

Ven. Acércate... siente. La sinuocidad del aura mágica que nos envuelve hoy es impresa en nuestras pupilas. Alcánzalas, no es difícil. Percibe tu mente expandiéndose. Intentalo, sientelo. Hagamos contacto desde el cuerpo para entrelazar nuestras almas. Mírame a los ojos, pero mírame profundamente. No te acerques. Solo mírame. Observa a travéz de mis ojos el centro de mi alma. Mi alma. Ve. Siente. Contáctame desde lo más profundo. Únete a mi desde nuestra humanidad, lo más básico del ser.

Sentir. Siénteme. Cómeme con la mirada si es necesario. Yo mantendré la mirada. Te disfrutaré y también te comeré con la mirada. No me iré. Seguiré hasta que decidas irte. Cuando quieras irte, o nuestra conexión alcance su máximo rendimiento, ahi es cuando ambos sentiremos que ya es hora. Cuando te vayas, cuando me vaya y nos separemos, no tendré rencor. Te agradeceré y seguiré mi camino. Si me topo de nuevo contigo, agradeceré, disfrutaré, te amaré por un momento. Luego sé que de nuevo te irás. Y de nuevo agradeceré, cerrando los ojos, emocionada, extasiada, pero agradecida, sobre todas las cosas. Te abrazaré hasta sentir tu cuerpo entero compenetrado. Un abrazo es un abrazo de cuerpo entero. No te ocultaré nada. Esta soy yo. Mi ser. Te regalo mi abrazo entero, íntegro. ¿Sexo?. No hay femenino ni masculino a la hora de unir almas. Para qué restringir. El amor no tiene límites. Sabemos bien que es mejor no poner nombre a las emociones, a las relaciones, sin embargo lo hacemos para sentirnos seguros. Pero cuando hay amor, todo y nada es seguro.

Ser en sí es amor. Amor en sí está en ser. Si somos, somos amor. Dios es amor. Amor somos. Somos Dios. Juntos o separados. Que más da. Yo te pienso, tú tal vez no, pero mientras seas para mi, el amor es y tu eres.

Ser.