lunes, 4 de agosto de 2008

Agosto.


Hoy me levanté tarde. Llevo un buen tiempo confiando en que el reloj suena a la hora correcta y resulta que no es la alarma sino mi mamá que me llama desde la otra habitación (si, por telefono) para avisarme que la alarma sonó hace dos horas y que me levante porque "parece" que me quedé dormida. Debo confesar sin vergüenza que a veces escucho la alarma y simplemente me hago la dormida, pero igual como en el cuento de "Pedrito y el Lobo" (eso me recuerda al Pietro, que raro que sea la traducción de su nombre y su sobrenombre al mismo tiempo), ya no sé cual es la ficción y cual es la realidad.

El sábado en la noche tuve un sueño real. Suelo tener de esos sueños reales, que luego olvido y después se materializan en un deja vú. Llámenlo Sueños Premonitorios si quieren, pero para mi son solo sueños que se me olvidan después de un tiempo de rondarlos, girarlos y manosearlos en mi mente. Soñé que me besaban en mi pieza, me besaba un niño que jamás e visto en la puta vida. No sé, si llegara a conocerlo (algun día, o tal vez no), le diría que lo vi en un sueño una vez, o tal vez le diría que me parece conocido, o tal vez no le diría nada porque simplemente nunca lo conoceré. Quién sabe. Secretamente sé que los sueños que tengo no son casualidad ni invención de mi mente, porque tarde o temprano diré "tengo un deja vú" o "esto lo soñe" y no es porque sea invencion de mi mente, sino porque de verdad me pasa.
No lo sé.

Estoy leyendo (o tratando de hacerme un tiempo para leer) el Secreto. Ya había escuchado hablar de ese libro, incluso acá tenemos la película, pero no he visto la pelicula ni leído el libro completamente aún, y por lo que llevo del libro es un tema que sirve mucho en la vida. Al menos no cuesta nada intentar sobregrabar las imagenes que deseamos en nuestra mente, hasta que se materialicen. Y yo quiero sobregrabar al de mi sueño. Ya no sé cual es la ficción y la realidad. Al fin y al cabo uno se hace su propio mundo y es feliz con lo que sea que se haga.
Pienso y luego existo. ¡Qué frase más cierta!. Encargamos al universo lo que queremos en la palma de la mano, como un gran catálogo, solo que en este catálogo está todo lo que puedas desear. Solo debes saber hacerlo.

Yo sé hacerlo ahora, y lo pondré en práctica con pequeñas cosas como "que aplacen la prueba de matemáticas". Lo pensé antes de quedarme dormida y jugar conmigo un rato. Luego me levanté tarde en la mañana (léase el principio de esta entrada) y llegué a la ú, con una hora de atraso. Pregunté si habían echo la prueba y no me sorprendió escuchar un "no, lo la hicieron". El universo había traído mi encargo con bastante precisión.