sábado, 10 de mayo de 2008

Vida.

Son pequeños pero son. He aquí les gira-soleil de Cata.




Así como los conseguí, florecieron: casi sin querer queriendo. Los consiguí de semillas, en Villa Alemana. Me guardé un par en la mochila y me vine a Santiago. Al llegar los planté en maceteros chiquitos y a los pocos días ya eran brotes gruesos de tallos que luego se llenarían de pelitos. Les saqué la carcasa muerta de la semilla, porque ya no la necesitaban, la cargaban como peso muerto en su desarrollo. Después de dos semanas tuve que cambiarlos a maceteros más grandes, porque se peleaban unos con otros el agua que les dejaba en la tierra. Son busca pleitos los girasoles, si usted a plantado alguno alguna vez, sabrá a lo que me refiero. Después planté algunos en la tierra. Dos en una esquina del patio con pastito y dos fuera de mi ventana, los planté con la esperanza de que en el verano yo la abriera y se asomaran a darme los buenos días. Los de la esquina murieron pisoteados por los torpes trabajadores que pintaron la casa con yeso y ácido, y uno que estaba fuera de mi ventana murió porque pase la corta-pasto, muy cerca y cegó el tallo. En resumen: me quedan tres. Dos en macetero, y uno en tierra firme. Tienen la misma edad, pero el de tierra firme es más grande y bobo, como Forest Gump. Los de macetero ya tienen flor, pero son pequeños e inexpertos. Para mi que se pelean el fertilizante cuando no los veo. La cosa es que se demoran en crecer. Who knows.