lunes, 29 de agosto de 2005

No Pensar. No Sentir. No Respirar. No Amar.

Tengo que guiarme por mi cabeza ahora. El corazón no me ha dado buenos resultados.
A menudo desespero e invento cosas para distraerme. Pero no puedo evitar las ganas de llorar. Me vienen como las ganas de comer. Cada cierto tiempo.
No sé qué hacer.
Quiero estar sola, pero cuando estoy sola, me siento demasiado sola y me da más tristeza aún.
No quiero que me impongan más reglas en este juego. Yo no quiero jugar más. Me cansé. Pero todavía sueño contigo. No sé que me pasa. No sé qué pensar. No sé qué comer. Todo en el mundo está bien, exepto yo. Soy un individuo más compuesto de células, al que le prohibieron pensar en ti. Eso es lo que ahora soy. Pero no puedo ser otra cosa más de lo que me prohibieron que fuera. Ya no puedo cambiar mi DNA. Ya no puedo seguir con esta farsa. No puedo o no quiero. Da lo mismo. De todos modos no podría. Me siento demasiado vulnerable. Pero es que no puedo evitar querer verte feliz. Como ahora. No importa como esté yo. No importa que derrame lagrimas ahora en el teclado. Se secan con unos minutos de calor. Pero yo ya no puedo secarme. O tal vez ya lo hice. Tan seca como las hojas de los libros a los que me aferro para olvidar. Muchos ni siquiera los entiendo. Y es que esto es tan dificil. No logro conciliar el sueño y cuando lo hago, ahi estás. Como una maldición.
¿Hasta cuándo tendré que soportar esto?. Mi corazón se desbocó hace mucho y temo que halla ido a parar al lugar más recondito de mi inconsiente. ¿Sabré encontrarlo?. Ni siquiera eso sé.

jueves, 25 de agosto de 2005

Luchar.

He llegado a entender que me sacrifico más luchando contra mi misma, que contra el resto de las personas. Me vencerá la indiferencia. Y temo encontrarme sola. Nadie en mi situación sabría qué hacer. Yo confío en lo que siento, pero me duele y ya no puedo más. Nadie tiene consideraciones. Cómo no entienden de que no puedo evitar soñar al verlo. Nadie sabría jamás qué es lo que me hace sentir tan bien y tan mal. Ahora, ¿será necesaria tanta parafernalia para tan poco?.

Si. Ya me enamoré y mal. Pero qué puedo hacer. No utilizaré "un clavo, saca a otro" porque literalmente es imposible. Tiempo es lo que necesito. Pero no puedo seguir así, viendo cada día como vivo, y vive, sin un pequeño indicio de interés por mi. No soy más que una mera entretención. Tal vez lo hace para sentirse querido, y no lo culpo, todos queremos sentirnos queridos. Pero ¿y yo?. ¿No siento acaso?. ¿No me duele lo que me dicen?. Obvio que sí. Y aunque no se lo crean. Todo lo que me dicen me llega, y lo escucho, y analizo.
Me siento totalmente estúpida. No se cómo llegó a pasar esto. Ni siquiera me dí cuenta de cuándo sucedió. Por eso te odio con toda mi alma.

viernes, 19 de agosto de 2005

Coffee and TV.

Predilección por el café y las películas, desde hace poco. Desde muy pequeña nuestra protagonista sintió, vivió y sufrió. No es nada raro que hoy también lo haga. Es la historia de su vida.
Desde el momento en que abandonó el tibio y húmedo útero de su madre, la vida la a golpeado. Tal vez muchas veces no se percató de los duros golpes, pero cuando lo hacía, sufría. Y mucho.
Porque a nuestra principal personaje le encanta escribir y leer. Ir al cine. Tomar fotografías y dibujar. Y además, le encanta visitar a sus amigos y amigas. Pero ella rara vez se da cuenta de lo que sucede a su alrededor. Porque ella apenas sabía qué eran las Torres Gemelas cuándo las tumbaron. Porque ella era la última en enterarse de que aquel joven la deseaba. Porque no se dá cuenta, y creo firmemente en que nunca lo hará. Tal vez sí, pero casi nunca. No sé que atraviesa la turbada mente de esta señorita, pero si lo que cruza por su corazón. Porque ha decidido pensar con él. Ya no quiere seguir dando tantas vueltas al asunto. Si ha de vivir, vivirá. Si ha de morir, morirá. Si ha de sentir, sentirá. Pero ya basta de luchar contra el mundo. Se acabó el miedo a la oscuridad y a los OVNIS. Parará la batalla con los seres externos a ella. Porque no tiene sentido seguir luchando por algo que no se sabe si existe. Sin embargo, fe es lo que le sobra.

"¿Como sabe tanto?" se preguntarán.













Porque esta joven soy yo.

sábado, 13 de agosto de 2005

Terriblemente.

Yo sé que ultimamente no he estado muy bien que digamos.
Me siento terriblemente acompañada y sola.

Y es que no sé por qué tengo esa predisposición a la nobleza.
Pero no a la nobleza de los reyes. Ni gota de sangre azul me quedaría.
Es esa nobleza que te hace desear lo mejor para los que amas.

Aún cuando se rompa tu corazón en mil pedazos una y otra vez, y quieras cortarte el pelo a tijeretazos sin medidas de precaución. No te importa cortarte una oreja. Y si es así, mejor todavía. Pero lo que realmente importa es que sea feliz.

Todos los años. Todas las vidas. Todos los sentimientos bellos que alguna vez pasaron por aquí. Todo ha sido siempre la misma historia. Pero, ¿saben?, a ninguno le deseo mal. Con ninguno me vengaría. Porque la historia ha dicho que hacer eso no me serviría. No los obligo a quererme y por eso sufro: no incluyeron en mi diccionario el término "egoísmo-sentimental".

Yo sé que no es culpa de los demás. Incluso he llegado a culparme a mi misma. Y a Dios. Y a mi propio corazón.
Y es que me pregunto una y otra vez:
¿Por qué no me puedo enamorar sin resultar de alguna forma dañada?
¿Por qué Dios hizo al amor tan difícil y caprichoso?
¿Por qué no puedo vivir sin tener que enamorarme de cada persona que me presta un poquito de atención?
¿Por qué me gustaría tanto gritar a los cuatro vientos con y sin motivo, cuando lo único que quiero monumentalmente, es llorar sin que alguien se acerque y me pregunte: "¿qué te pasa?", y solamente me dé un abrazo cálido?
¿Es tan difícil conseguir un poco de felicidad?.

Yo no pido nada a cambio, y nunca lo he hecho. Lo único que quiero es que seas feliz. Lo único que me importa es que vivas tu vida como mejor te parezca. Y si quieres incluirme en ella, mejor, pero no estás obligado a nada. Nunca he obligado. Sobre todo si son personas tan bellas y honestas. Porque uno no se topa con ellas todos los días.

"Aquel día se cumplía una semana desde la muerte de su hijo menor. Estaba yo junto al empresario más importante de toda la cuidad. Todo tenía. Una enorme casa. Automóviles en un estacionamiento subterráneo. Millones en los bancos de todo el mundo, y miles de billones de acciones del mejor petróleo. Yo era solamente una empleada más. Estabamos haciendo la cotización para un nuevo jardín. Entonces le digo: "¡Don Guido, qué grande es su casa!".
"A veces no se necesitan grandes cosas para ser feliz..." me responde con los ojos húmedos."
(Catalina Vásquez)

Fragmento de una historia que simula lo triste que puede ser la vida cuando no se disfrutan los pequeños detalles.
Por eso no me ligo a nadie ni obligo a nadie a ligarse a mi. Disfruto de los pequeños momentos. Esos que hasta puedes oler en tus sueños. Que se sienten en las mejillas. Que se observan con el tiempo. Esos de los cuales puedes recordar cada detalle como si estuvieras viviendolo en ese momento. Esos momentos que te quitan la respiración cuando piensas de nuevo en ello. Los momentos que he pasado. Inolvidables.

Hasta el tibio aroma primaveral de un capullo de flor es suficiente para querer vivir libre y en paz.

Me temo que nunca será como yo quiero que sea. Al fin y al cabo, el mundo se mis sueños no existe a menos que crea firmemente en él.

Pero, como dicen las buenas lenguas, "La Esperanza Es Lo Último Que Se Pierde".

lunes, 8 de agosto de 2005

Just...

Su muñones se agitaban en el aire como un designio inconfundible de su incapacidad para comunicarse. No sabía qué hacer, le sorprendía, pero al mismo tiempo estaba preparada para aquel golpe de infalible presición que alcanzó su razón como el más cruel y rápido misil de la tecnología de la verdad. Pues claro. La verdad puede tener distintas versiones para todo. Tantas, como seres vivientes en el planeta en el cuál vive y al cuál destruye.
Vive creyendo en una verdad. Pero...¿y que tal si hasta lo que creía vivir, resulta un misterioso sueño?. ¿Que tal si la muerte es simplemente su despertar, o viceversa?.
Descubrió que le teme a la vida. Teme vivir, pero aun así se lanzaría sin protección a ella. Porque le encanta hacerselas de Kamikaze. No quiere dejar de amar a toda esa maravillosa gente que estuvo con ella todo este tiempo. Pero sabe que los olvidará. Sabe que tarde o temprano dejará de llamarlos "amigos", para que sean parte de un pasado casi desconocido y remoto. Sólo espera que esa eterna promesa de "siempre podrás contar conmigo", siga vigente, hasta el fin de sus días.
Los extrañará y mucho. No imaginan cuánto ya los extraña de sólo pensar que algún día se irá, y los olvidará.

Punto aparte.

Son las 23:30 horas y todavía le quedan un millón de cosas por hacer. Llorar, no está en su lista.

sábado, 6 de agosto de 2005

Siempre tendré que...?

Desde tiempos inmemoriales (sospecho que incluso antes de que naciera) he tenido que lidiar con los malos consejos que mi propio corazón me da. De decir la palabra equivocada justo en ESE momento. No debería haber hecho muchas cosas. Y no debería no haber hecho otras tantas. No debería haberme arrepentido justo antes de aquel momento en que hiba a pedirte que me regalaras un beso. Callé. Me arrepiento.
Obviamente todo sería tan distinto a lo de ahora que me da un dolor atroz de estómago de sólo pensarlo. No soy solamente unas palabras que se escriben a velocidad alarmante en este blog (aunque no con tanta frecuencia), también siento derrotas. También sufro de locura (porque en este mundo ya no queda nadie que use completamente sus facultades mentales). También me hieren los silencios y también tengo penas y confusiones de amor.

¿Siempre tendré que enterarme tardiamente de las personas que me amaron profundamente?

Las entiendo, porque yo hago lo mismo. Simpre tendré que esconder mis amores y pasiones. Mi karma creo. Solamente necesito que me sean correspondidos. Necesito saberlo. "Cuanto antes" como dijo Alex Ubago. No diré nada. No seré yo la que lance la primera piedra. Porque, sí, estoy hecha a la antigua, pero con retoques modernos. Aún quedan en mi los genes de hace dos siglos atrás. Porque lo que somos nos determina nuestra educación, nuestra formación, nuestras vivencias y nuestros genes.
Si señores. ¡Si hasta viene codificado qué idioma se te da mejor para hablar!. Es por eso que hay gente a la que le cuesta un mundo lograr aprender inglés. O francés. O portugués.

Pero nada es imposible. Todo se puede con paciencia.
Te esperaré.

lunes, 1 de agosto de 2005

Primicia: Adela Ruiz, Escritora.

"Daniel es un joven normal, con una familia, que no se puede calificar como normal. Criado con su abuela Jane, desde muy pequeño aprendió a cocinar, limpiar y cuidar de sí mismo.
Su madre, Claire Stephenson, murió cuando él tenía 6 años, su hermana, Paula Fritz, cuando el tenía algunos meses de vida. Desde entonces vivió con su abuela materna.
La vida para Daniel Fritz Stephenson no ha sido fácil, nada fácil. Su padre aún vive, pero decidió empezar una nueva vida con una mujer, una tal Johanne, que Daniel apenas conoce. Por ésta razón, el chico no perdona a su padre. Por haber olvidad tan fácilmente a su madre.

Aquella mañana, Daniel se levantó bien temprano, incluso más de lo que acostumbraba. El motivo: ese día iría con su abuela de viaje a la cuidad continua. El acostumbrado ritual de aseo personal se efectuó sin contratiempos. Daniel pensó que sería mejor despertar a su abuela con un buen desayuno en la mesa de la cocina, así que puso manos a la obra y a eso de las siete y media de la mañana ya tenía todo listo.
La abuela bajó a los pocos minutos después de que Daniel gritara su nombre escaleras arriba, y disfrutó gustosa del desayuno. Había un día espléndido, y el cielo de un azul intenso albergaba unas esponjosas nubes y un sol radiante.
La casa en donde vivían era muy grande para que allí vivieran dos personas; de tres pisos, con una buhardilla en el tercer piso (la pieza de Daniel). En el segundo piso se encontraba la pieza de su abuela, una de alojados, una pieza que utilizaban de oficina (con un computador y varios archivadores) y un baño totalmente equipado y muy espacioso (tenia un pequeño jacuzzi).
En el primer piso se encontraba el living, el comedor y la cocina, todo junto, como si hubieran tirado al azar los muebles (recordaba un cuadro de Picasso); en este primer piso, un gran corredor llevaba a la monumental biblioteca de su abuela, que además contenía gran parte de los libros de su madre y de su abuelo Carl (ambos fallecidos ya hacía tiempo).
Al final del corredor había una pequeña puerta. Ésta daba a la antigua habitación de su madre. No se había movido nada, ni un cuadro, ni una silla o mesa, nada, todo estaba tal y como lo había dejado Claire.

-¡Dan- llamó una voz dulce y ronca desde el jardín delantero - ayúdame por favor con el auto, que mi vista ya no es como solía ser!.

Entonces, se asomó un rostro moreno desde la ventana redonda del tercer piso. Daniel era un joven de ojos azules oscuros, rasgos masculinos y atractivos, no era ni robusto ni delgado y tenía el cabello negro. Era más alto que su abuela, la sobrepasaba en unos quince centímetros. Ella le decía constantemente que aquello era una falta exagerada de respeto. Había crecido bastante en los últimos meses, y ya pasaba los setos que habían plantado hace algunos años, los que ya bordeaban el metro cincuenta. Le habían quitado los frenos el mes pasado y eso acentuaba su atractivo físico, ya que los ortodoncistas habían hecho un trabajo de excelencia notable.

-¡Enseguida bajo abuela!- le gritó desde la ventana en la que estaba asomado, bajó como un rayo, llegó a la cochera y sacó el viejo escarabajo del abuelo, haciendo osadas maniobras que crispaban los nervios de su abuela.

-Ten cuidado... derecho... ¡no!... ah... aguarda, viene un auto por la calle... ¡Hola señora Steward!, ¿se mejoró ya de la ciática?... ¡qué bueno, pues entonces nos vemos en la próxima reunión del Centro de Madres!. ¡Hasta Luego Señora Steward!... ahora si Dan, con cuidado... ya está, eso, bien, ya puedes bajarte.- le dijo mientras Daniel sonreía desde el interior del automóvil, al ver la cara tensa de Jane pasando a una expresión de alivio.

Había conseguido su licencia especial la semana pasada, pero aún no se atrevía a conducir mucho por las calles.

-¿Cómo lo hice?- le preguntó a Jane, mientras se apoyaba en el auto y lo golpeaba cariñosamente en el capó.

-Progresas, pero aún creo que deberías usar un poco el espejo retrovisor, ¡un poco más y atropellas al gato del señor John!.-

Pero Daniel estaba demasiado satisfecho de sí mismo como para que aquel comentario borrara su sonrisa. Se sentó en el césped del jardín y se puso a mirar lo que acontecía en la calle; una pareja paseando a su pero dálmata por la vereda del frente, una señora con un coche hablando con el vecino del lado, un grupo de niños en bicicleta que pasaron fugaces por la calle, un par de autos... y Francesca."